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Felipe Benítez Reyes afirma que la poesia española "vive un momento excelente"

El autor gaditano obtiene a los 36 afios el Nacional de Poesía con"Vidas improbables"

Felipe Benítez Reyes, nacido en Rota (Cádiz) hace 36 años, obtuvo ayer el Premio Nacional de Poesía 1996 por su libro Vidas improbables (Visor). El premio, otorgado por el Ministerio de Educación y Cultura y dotado con 2,5 nillones de pesetas, confirma la carrera iteraria de Benítez Reyes, que este mes publica un nuevo poemario, El equipaje abierto (Tusquets), y prepara un libro de relatos para la próxima primavera. El autor, que ayer participaba en Oviedo como jurado en los premios Príncipe de Asturias, declaró que el momento que vive la poesía española es excelente gracias a la variedad y calidad de los autores, "no uno ni dos: muchos".

"¿El Premio Nacional a los 36 años? Sí, puede ser una precocidad. Pero es que comencé pronto. A los 18 años ya tenía publicado mi primer libro. Así es que lo que me recuerda este premio es que estoy envejeciendo", dijo el escritor tras conocer el fallo.Las deliberaciones para la elección del premio, en un jurado compuesto por 12 miembros, fueron largas y a veces tensas. A la penúltima selección llegaron nueve escritores, entre los que el jurado eligió cinco títulos como favoritos: Aigua forts, de Joan Margarit; Luz do mediodia, de Ramiro Fonte; Obra poética I y II, de Aníbal Nuñez (poeta muerto hace 10 años); Passat festes, de Joan Brossa, y Vidas improbables, de Felipe Benítez Reyes.

Tras cuatro votaciones se decidió otorgar, por mayoría simple, el premio a Benítez Reyes. En segundo lugar quedó Obra poética, de Aníbal Núñez, y en tercero, Luz do mediodía de Ramiro Fonte (los votos fueron 5, 4 y 2). Éste es el segundo premio importante que recibe la obra Vidas improbables este año. Había conseguido ya el Premio de la Crítica de 1996, correspondiente a una obra publicada el año anterior.

Momento dorado

Felipe Benítez Reyes, que en 20 años ha creado una extensa obra narrativa y poética, considera que la poesía española atraviesa un momento dorado. "Aparte del mercado, que es algo ajeno a la literatura, en España hay ahora poetas excelentes. Pero no uno, ni dos: muchos", subrayó ayer.

El Premio Nacional le ha unido a su amigo Luis García Montero, que el año pasado lo ganó con Habitaciones separadas (Visor), y con el que Benítez escribió una novela, Impares. Fila 13 (Planeta), título que homenajea un verso de Pablo García Baena, uno de sus referentes literarios, junto a Jaime Gil de Biedma.

Con García Montero, Benítez Reyes comparte además una etiqueta literaria, la Poesía de la experiencia, sobre la que ayer volvió a poner distancias. "Eso es una especie de invención crítica, en ocasiones mal intencionada, que no puede acotar un fenómeno mucho más amplio", dijo Benítez Reyes. "Suceder a Luis García Montero en este premio es una alegría añadida y tiene un sentido emocional muy fuerte para mí. Pero una tendencia estética, por sí sola y entendida como el clima de una época, no justifica nada. La literatura de una época la hacemos todos, no alguien ni un grupo solo".

Que dos poetas andaluces se alcen consecutivamente con el Nacional de Poesía sólo significa, según Benítez Reyes, que, "de un modo fortuito y aislado, de un modo producto del azar y sin responder a ningún programa de la Consejería de Cultura, han empezado a surgir buenos autores".

Vidas improbables es "un ejercicio de transmutación", según considera su autor, un libro múltiple y, en buena parte, paródico, que bascula desde la metafísica a la poesía doméstica y en el que Felipe Benítez Reyes da su voz a 12 personajes. El escritor atraviesa una racha de gran creatividad: publicará este mes El equipaje abierto, su poemario más largo. En 50 poemas vuelve a sus temas habituales: la incertidumbre, el desamor y el paso del tiempo.

Diario de guerra

1

La madrugada es honda, y los aviones acaban de pasar, quebrando el bosque de estrellas silencioso. Crepita el fuego como una atormentada memoria, y funde el oro del pasado en nosotros los oscuros, que miramos la noche como miran los lobos la sombra del furtivo cazador.

2

Oímos un disparo detrás de Cerro Grande. Volaron las perdices, y en el aire quedó por un instante el eco errátil de la detonación: un vibrar hueco. Parecía que el mundo resonaba en el vacío.

3

Han pasado de largo los-camiones. Llevaban a los jóvenes al frente. Unos iban cantando, como chicos que van a la vendimia o la verbena. Iban otros sombríos, sujetando el fusil como quien toca un frío talismán contra la muerte.

4

Enredada en las zarzas, la hoja de un periódico: una muchacha anuncia una mágica crema contra el vello. La realidad es un algo en el pasado.

5

El crepúsculo náufrago tras los montes... Julián Varo comenta que en las viñas ha visto una corneja. Pepe el loco habla de su futuro americano, de sus altos proyectos comerciales en tierras de esmeraldas y caoba. Marcela está trenzando unas esteras con los juncos del río; sus dos niños juegan a los piratas. Ladra el galgo. La vida, por un momento, recompone su plácido y pequeño laberinto.

6

Hambrientos, y ese mirar en sombra, heridos y confusos, han llegado a la plaza. En el balcón consistorial ondea desgarrada la bandera y el reloj marca un tiempo de hace mas de dos años. Aquí mismo bailaron con sus novias vestidas de domingo. Aquí hicieron apuestas en torno a la bebida y a la caza. Ahora vuelven hambrientos y confusos, heridos de metralla, de sombras imborrables, regresados del lugar en que tienen las tinieblas el rostro de un muchacho que también bailaba con su novia en una plaza no muy distinta a ésta, en otro tiempo que parece lejano como un sueño de siglos.

De Vidas improbables (Editorial Visor).

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