La alternativa al vertedero

La concienciación ciudadana ha sido la clave del plan de la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona para la recogida selectiva de basuras urbanas. Es la experiencia de este tipo con más éxito de España, puesta por Greenpeace como ejemplo de gestión de residuos a raíz del desmoronamiento del vertedero de La Coruña. Más del 75% de los 280.000 habitantes del cinturón de Pamplona respeta la separación de desechos arrojando sus basuras a dos cubos distintos en su propio hogar, según su naturaleza. Ese acto de cada ciudadano es decisivo para sustentar la enorme y completa red que ha permitido en cuatro años reciclar ya casi 37.000 toneladas de basura.Repartidos por la comarca hay 3.684 contenedores de color azul para vidrio, plástico, papel, cartón, metales y brik, y 6.289 contenedores verdes para la materia orgánica, que cubren toda el área metropolitana. La producción media de los habitantes de la comarca es de un kilo de basura por día, igual que la media nacional.

El proceso culmina en el Centro de Tratamiento de Residuos Sólidos Urbanos ubicado en Góngora, valle de Aranguren, a unos diez kilómetros de la capital. Este centro, que funciona desde junio de 1992, consta de tres áreas: la de reciclado, donde va a parar lo recogido en los contenedores azules; la de vertido controlado, para los restos de los contenedores verdes; y la planta de energía, para el aprovechamiento energético del gas de biomasa. La planta de reciclado da empleo a 42 trabajadores y dispone de líneas de triaje (separación) para selección y empaquetado de papel, brik, vidrio, triturado y lavado de plástico y selección magnética de metales.

Desde su puesta en marcha se han reciclado casi 37.000 toneladas de residuos, lo que supone un 31% de los materiales reciclables presentes en las basuras; porcentaje que cumple ya con la normativa de la UE para el 2005.

El único límite al reciclado lo impone la existencia o no de iniciativas empresariales que adquieran los productos recuperados para darles una nueva vida como productos comerciales. Plásticos, papeles y metales se reciclan en la propia comarca; el vidrio se vende a la empresa Vidrala de Llodio (Álava), y el brik a una firma valenciana.

A pesar de haber distribuido varios miles de folletos informativos que decoran las cocinas de miles de hogares pamploneses en los que, por ejemplo, se deja claro que los envases de yogur no se pueden reciclar por ahora, los ciudadanos siguen arrojándolos al cubo de materiales a recuperar. Una anécdota que refleja el grado de colaboración alcanzado.

Además de los contenedores de color azul, existen 335 iglúes para vidrio, repartidos por Pamplona y comarca, y una recogida puerta a puerta por los bares (119 establecimientos hosteleros la aprovechan). El papel y cartón utilizado por los comercios se recoge directamente en 923 de ellos y en 67 colegios. Previa llamada telefónica, la asociación sin ánimo de lucro Traperos de Emaús recoge a domicilio objetos voluminosos. Se atienden 16.000 servicios anuales y se recupera entre el 65% y el 70% de lo que se recoge. También las pilas se recogen en una red específica de iglúes, y 634 comercios pamploneses forman una red de recogida de pilas para los vecinos de la zona. Dos veces al año se recogen productos textiles en los portales, y las farmacias se encargan de los medicamentos caducados.

En Pamplona reaccionaron antes que en La Coruña. La construcción del centro de tratamiento de Góngora contó con el rechazo virulento de los vecinos del valle, aunque su ubicación no ha generado posteriormente ningún problema. Estas instalaciones permitieron abandonar el anterior vertedero incontrolado de Arguiñáriz, cuyos lixiviados contaminaban las aguas de un río cercano.