El Gobierno taliban pide ayuda economica y el reconocimiento exterior
ENVIADO ESPECIALEl mulá Mohamed Ghosu, la cara visible del Gobierno interino del movimiento islamista Talibán, que desde hace 10 días controla tres cuartas partes de Afganistán, apeló ayer a la comunidad internacional para que ayude a la reconstrucción del país y reconozca a las nuevas autoridades. Mientras, en el frente militar, los talibanes trataron por segundo día de desalojar a las fuerzas del depuesto régimen de su último bastión, el norteño valle del Panshir.
Mohamed Ghosu, parapetado tras unas gafas oscuras, se presentó en un encuentro con la prensa extranjera, como ministro interino de Asuntos Exteriores y en calidad de tal se entrevistó con el enviado especial de las Naciones Unidas, Norbert Holl.El mulá despachó en media hora la situación de este país, condenado a la anarquía, manejando un discurso evasivo cuando se trataba de la marginación de las mujeres: "Eso son pequeñeces", dijo. Fue más conciliador cuando tranquilizó a los países vecinos del norte negando las supuestas intenciones expansionistas del fundamentalismo sumita.
El dirigente islámico se mostró anhelante al rogar -a veces casi esigir- a la ONU apoyo para el nuevo Gobierno y ayuda de las naciones extranjeras para la reconstrucción del páis, pero fue firme a la hora de manifestar que no iban a permitir injerencias externas. Y mucho menos de los rusos -reunidos en una cumbre extraordinaria con países de la CEI (Comunidad de Estados Independientes) vecinos de Afganistán el pasado fin de semana- a los que invitó a "recordar la lección de la guerra de los ochenta, cuando los expulsamos del país", para que no vuelvan a "cometer el enorme error de interferir en nuestros asuntos internos".
Ghosu apareció por una puerta trasera como si saliese de un escondrijo ultrasecreto. Para entonces sus ayudantes habían separado a las mujeres periodistas extranjeras, apenas cinco o seis, envueltas torpemente con un velo pasado de moda, instándolas a levantarse de la mesa principal de reuniones y sentarse todas juntas en un rincón de la sala.
"El Movimiento Islamista Talibán pretende organizar un Gobierno central y fuerte capaz de defender la integridad territorial de Afganistán y reconstruir el país, según la sharia [la ley islámica]. Garantizamos seguridad y paz, y animamos a todos los refugiados afganos a que vuelvan para participar en la reconstrucción del país", resumió el ministro. Sobre la política exterior el mulá sentenció: "Nuestro principio es no interferir en los asuntos internos de ningún país extranjero, pero no admitir tampoco ninguna injerencia en los nuestros". La última parte de la frase iba dirigida sobre todo a Rusia, de quien temen que intervenga a través de sus aliados Tayikistán y Uzbekistán -garantes de los líderes del Gobierno derrocado que controlan aún un cuarto del país al norte-, para frenar el avance natural de los talibanes hacia la conquista total de la nación. El mulá tranquilizó, sin embargo, a sus vecinos: "Ya he dicho que nosotros sólo vamos a asegurar las fronteras de Afganistán".
La batalla que los talibanes han desencadenado contra las tropas del general Ahmed Masud por el control del estratégico valle del Panshir, puerta de acceso a 80 kilómetros de Kabul de, las provincias nororientales, controladas aún por el Gobierno derrocado, va a continuar, según el mulá Ghosu, porque "a pesar de la política de paz de los talibanes y su disposición para el diálogo, Masud prefiere luchar, y ante eso nosotros vamos a proseguir nuestra campaña".
La batalla del Panshir continúa efectivamente cada vez con más intensidad. Los talibanes han usado ya al menos un avión y un helicóptero para apoyar el bombardeo de la entrada del desfiladero, mientras continuaba el fuego cruzado de cohetes.
Informes no confirmados aseguran que Radio Kabul anunció como un gran triunfo la noche del sábado la toma de una montáñaa hasta entonces en manos de Masud. Del uzbeko general Rashid Dostum, el mulá Ghosu no dijo nada explícito, salvo mostrar su disposición para "negociar con todas las fuerzas".
Será porque parece un mafloso o porque su política, femenina medieval es dificil de digerir para quienes durante una década, cuando el monstruo comunista era más fiero que el fundamentalista, se dedicaron a alimentar financieramente a los escuálidos mujaidines que hoy han llegado a adultos y se han hecho independientes, el caso es que el mulá Ghosu admitió que ningún país ha reconocido su Gobierno interino aún. Pero a la ONU casi le exigió ese reconocimiento "como la primera condición para el establecimiento de un Gobierno en el que estén representados todas las etnias y pueblos de Afganistán", partiendo del principio de que los talibanes "no tienen ningún prejuicio de lengua, etnia o raza". Sobre la forma de ese futuro Gobierno supuestamente representativo, el cómo, el cuándo y el quién lo va a elegir, el jefe religioso despachó la incógnita con un "ya se verá".
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