De Las Candelas a Casa Hortensia
Dicen los libros y los sabios que Aljaraque fue factoría púnica para, después, haciendo camino, ser alquería árabe sin dejar de ser telescopio de las 11.000 hectáreas de marismas que hacen geografía entre Huelva y la desembocadura del río Odiel y del río Tinto. Hoy, entre Huelva y Punta Umbría -donde el pueblo y gentes de paso se zamparon el otro día dos millones de gambas blancas, las mejores de España, para que el mundo se entere del producto / estrella de la costa de Huelva- hay que hacer un alto, sin remedio, en el Mesón Las Candelas (teléfono 959 / 3183 01). No es posible imaginar su carta de primera línea en la restauración española; no se cuentan los entrantes, no se cuenta el medio centenar de pescados o guisos de pescado, desde el rape y todos los pescados a la plancha que desee el alma hasta la corvina a la onubese; no se acaba de mirar la estampa multicolor de sus postres y- es cosa de licenciado en vinos estudiar una carta variada y escogida como lo pueden ser otra media docena de cartas de vinos en España entera.Y no hay desbarajuste de precios y el servicio es aplicado y dan ganas de volver. Y sobre todo: uno queda alelado de gusto tras la degustación del brandy Luis Felipe, que puede tratar de tú a los mejores de Jerez y que viene al mundo en los parajes que enmarcan Doñana y El Rocío, en el pueblo dicho La Palma del Condado. La producción, por exquisitez inquebrantable, es menguada y sale de la tierra de cuando en cuando. Y ya en estos espacios, en sus viñas, ha llegado el cava Raigal, hijo de la uva Zalema, y apreciable. Otra cosa son los 15 vinos que ya se embotellan en la región, con voluntarismo y una pizca de perspectivas de futuro. Que nadie tema a los precios, que son correctos.
Camino de Madrid había que "saber" lo que ha sucedido con Casa Robles (teléfono 456 32 72), en Sevilla, célebre desde su puesta de largo hace años, pero que en un momento flaqueó, quizá por ese dicho de la modernidad sevillana que dice sin rodeos "me voy a morir de éxito". Casa Robles ni siquiera va a morir. En cinco o seis años todo ha ido a más: su clientela, la calidad de todos los platos del la España gastronómica, la decencia del servicio, tan difícil de "cuajar", y también -y esto en Sevilla- una carta de Vinos que da gusto, porque todo está escrito en el papel y en la bodega.
Y por fin, otra vez en Madrid. San Agustín, como Marco Aurelio, como el geómetra de las pasiones, el señor Spinoza, todos han discurrido sobre la indelicadeza, del cuerpo y del alma y de la cabeza, de lo que supone perder el tiempo, es decir, la vida. Pues de repente uno se dio cuenta que llevaba dilapidando el tiempo por no haber descubierto antes Casa Hortensia: en la calle del Olivar, número 6, ejerce como se debe el embajador en Madrid de la fabada y del pote asturianos. No es posible dar más por menos, en calidad y en cantidad. Aquí se bebe sidra asturiana natural, que es lo que va, aunque algunos vinos se ofrecen para los devotos del Rioja.Y una buena carne y tan buen pescado que no lo escatimen quienes no sean de la cofradía de la comida emblemática asturiana. En cualquier caso, hay que llegar al postre para que se sepa lo que es el arroz con leche. Y al cruzar la meta hasta se pueden pagar menos de 3.000 pesetas.
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