_
_
_
_

Santiago recupera a Ana Mendieta con 94 obras que integran sexo y naturaleza

La muestra rastrea las innovaciones de la artista cubana fallecida

Andrés Fernández Rubio

La muerte violenta de la artista cubana Ana Mendieta en 1985, a los 37 años, cortó una carrera de pionera en el body-art (el cuerpo pomo forma artística) y su integración con la naturaleza. El Centro Gallego de Arte Contemporáneo (CGAC) reúne a partir de hoy, en Santiago de Compostela, una antológica de 94 piezas en las que se rastrean los variados elementos innovadores de Ana Mendieta, su defensa de la diferencia, el carácter desafiante y abiertamente sexual de sus propuestas, los rasgos ecologistas de sus obras y su condición de exiliada.

Más información
Himno a la Galicia interior

"Como no tenía patria, su inquietud era regresar a la naturaleza, a la madre, a la tierra", declaró ayer su hermana, Raquelín Mendieta, durante la presentación de la muestra. En 1985, Ana Mendieta cayó al vacío desde su vivienda en un edificio de Nueva York y se mató. El estupor creado en el mundo del arte se acrecentó por las sospechas en torno a su marido, el célebre artista Carl André, que fue absuelto.Poco a poco, la figura artística de Mendieta, ampliamente acreditada en Estados Unidos, ha ido creciendo, y la exposición ahora organizadda por la directora del CGAC, Gloria Moure, viajará posteriormente a Düsseldorf, Barcelona (Fundación Tápies), Miami y Los Ángeles. ,

Gloria Moure ha querido que la muestra esté libre de cualquier intencionalidad dramática conectada con la biografía de Mendieta y su terrible final. Su obra se defiende por- sí sola, y en ella "supo combinar con su pasado las ventajas e inquietudes del contexto creativo de los años setenta y primeros ochenta", afirma Moure.

Raquelín Mendieta contó ayer a grandes rasgos la peripecia biográfica que su hermana y ella pasaron cuando, en 1961, dos años después de la revolución, fueron sacadas de Cuba a instancias de su familia, separadas de ésta, y trasladadas a Estados Unidos en la cruel Operación Peter Pan, que incluyó a más de 14.000 niños.

En su nuevo país, vivieron durante años "de la caridad católica en orfelinatos", en condiciones muy duras y, ocasionalmente, en casas de familias norteamericanas. Raquelín Mendieta señala dos momentos importantes en la trayectoria como artista de su hermana: cuando, estudiando arte en el Estado de lowa, "empieza a utilizar el cuerpo como vía para demostrar la cultura de sus orígenes", y cuando en 1983 marcha, a Roma, se instala en un estudio y comienza a hacer objetos permanentes "pero sin dejar fuera ese sentido de la naturaleza que la obra de ella siempre tiene".

De la primera etapa, en plena eclosión del body-art con la libertad creativa y la provocación de los años setenta, se recogen en la muestra películas en 16 milímetros y fotografias de algunas de sus performances y experimentaciones, muchas de las cuales se perciben como claras influencias en artistas de la generación más joven: las reacciones de la gente al pasar por la calle y descubrir junto a una puerta una gran mancha de sangre; el corazón de un buey clavado con puntas en el tronco de un árbol; la creación de una silueta en un entorno natural haciendo arder pólvora; la impresionante encarnación por parte de Mendieta de una mujer violada.

En algunas de estas actuaciones, el simbolismo del sexo resulta esencial: desnuda, Ana Mendieta le corta el pescuezo a un pollo, le quita las plumas y empluma a otra mujer desnuda; o un hombre se afeita y ella se va colocando la barba en un juego de transformación entre lo mascuilino y lo femenino.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_