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Barbas en remojo

Las barbas de los vecinos comunitarios están ya en el remojo de los recortes presupuestarios. El intento del Gobierno francés para aligerar los gastos de la seguridad social y del sistema de pensiones se saldaron con una masiva protesta en diciembre del pasado año. Ahora se vuelve a la carga, aunque con mayor mesura y con no menos bríos. Otro tanto ocurre en estos momentos en Alemania, conde el canciller Kohl no duda en romper el tradicional consenso con los sindicatos con tal de conseguir frenar el déficit, fiscal. Italia, Holanda, Bélgica, Luxemburgo... cada país es un mundo pero el objetivo parece el mismo: gastar menos. La coyuntura económica no ayuda en el empeño, ya que la Comisión Europea prevé que este año el crecimiento de los Quince no superará el 1,5%.

ALEMANIA

El Gobierno federal intenta poner en marcha, bajo el nombre de "programa para el crecimiento y el empleo", un paquete de medidas para reducir el déficit público y sanear las cajas de seguridad social con un plan de recortes sociales para ahorrar en torno a 50.000 millones de marcos (4,2 millones de pesetas).Con más de cuatro millones de parados, más de un 10%, a los que se puede añadir otros centenares de miles de asalariados en paro encubierto bajo programas de reconversión profesional; con dos trimestres seguidos con un crecimiento negativo de -0,5% del PIB; con miles de millones de marcos de caída en la recaudación fiscal y un incremento al mismo tiempo de las necesidades de cubrir la demanda creciente del seguro de paro, el Gobierno de Bonn se decidió a finales de abrir tirar por la calle de en medio, aun a costa de romper el consenso con los sindicatos.

Consenso roto

En el presupuesto federal para 1997, el Gobierno trata de reducir 7.000 millones de marcos (unos 585.000 millones de pesetas). Entre la administración pública y los asalariados del sector se avecina un fuerte enfrentamiento por la renovación del convenio colectivo.

Los puntos más candentes del conflicto con los sindicatos contenidos en el programa del Gobierno federal son las reducciones del pago de salario en caso de enfermedad, facilitar el despido en empresas con menos de 10 asalariados y el empeoramiento de las condiciones de jubilación.

El Gobierno parte de la base de que los recortes sociales servirán de iniciativa para las inversiones y mejorar el empleo y el crecimiento. Los sindicatos consideran que el programa del Gobierno no crea ni un solo puesto de trabajo. Las espadas permanecen en alto y se habla incluso de la posibilidad de un verano caliente en Alemania.

FRANCIA

Al otro lado del Rin se preguntan por dónde cortará el cuchillo presupuestario. Trece millones de franceses, todos los que viven directamente de los fondos públicos (funcionarios, parados y perceptores del subsidio de reinserción), más al menos otro millón que perciben esos fondos de forma indirecta (trabajadores de obras públicas y de empresas ligadas a los contratos estatales) temen la respuesta a esa pregunta. Por el momento, el Gobierno de Alain Juppé sólo se ha fijado un objetivo: recortar el gasto en un 1,7%, lo que equivale a unos 70.000 millones de francos, 1,7 billones de pesetas.Se trata del mayor recorte experimentado por la V República Francesa, y sus consecuencias económicas y sociales están por ver. Entre tantas incógnitas, un par de cosas son ya seguras: el año próximo habrá más parados y menos funcionarios, y la construcción de infraestructuras experimentará un frenazo. También es de prever que el humor ciudadano empeorará un poco más, por lo que Juppé ha prometido que los sacrificios serán recompensados con un descenso paulatino de los impuestos. La idea es diseñar un plan de austeridad de cinco años de duración, que será presentado en otoño, junto con un programa de reducción de la presión fiscal. Por el momento, el presupuesto está abierto y no hay más que ideas.

Plan de austeridad

También cuecen habas al otro lado del canal de la Mancha. Y es que cuando John Major sucedió en noviembre de 1990 a Margaret Thatcher como primer ministro británico, cambió la cabeza visible del conservadurismo en el Reino Unido, y alguna de sus maneras, pero la columna vertebral permaneció intacta. Ninguno de los dos líderes cree que el Estado deba ocuparse de crear empleo.Y en esa economía flexible, donde la intervención estatal es cada vez menor, el ahorro presupuestario ha sido cifrado por el actual Gobierno en 50.000 millones de libras (unos 9,8 billones de pesetas) hasta 1997-1998. O lo que es igual, mantener el gasto público por debajo del 40% de la renta nacional.

REINO UNIDO

Para lograrlo, el equipo de Major ha recortado los presupuestos del Ministerio de Defensa y la ayuda al desarrollo. Durante los tres próximos años espera reducir en un 2% el coste anual del funcionariado, y ha limado el capítulo de la vivienda.

Las habas británicas

Italia no podía ser menos: el fin del periodo de gracia o luna de miel que el Gobierno italiano de centro izquierda presidido por Romano Prodi vive con sus electores también tiene un término preciso llamado -como no- ajuste. No se sabe exactamente cuándo llegará, pero Prodi ha asegurado que se hará antes de finales de junio. Para esa fecha, el Gabinete deberá haber ultimado una de las llamadas "maniobras", consistentes en recortes de gastos y aumentos de ingresos orientados a corregir la marcha del ejercicio financiero del Estado. Es una práctica tan habitual en Italia como la separación entre las cuentas reales y los objetivos presupuestarios aprobados por el Parlamento.En esta ocasión, la cosa es especialmente delicada, ya que el Gobierno de centro-izquierda ha insistido en su compromiso con el mantenimiento del Estado social. También, porque el plan de ajuste de mitad de año tendrá que ser ambicioso. Aunque todavía no se han dado cifras definitivas, el Gobierno sugiere que la desviación del déficit real con respecto a los 109 billones de liras (unos 8,5 billones de pesetas) programado en los presupuestos, equivalente al 7,6% del PIB, es de unos 16 billones de liras.

ITALIA

BéIgica, cigarra durante años, ha de hacer ahora grandes esfuerzos para llegar al euro. Hasta el 2018 no cumplirá el criterio de convergencia sobre, deuda pública, según los pronósticos del Consejo Superior de Finanzas, un organismo asesor del Gobierno. La deuda está ahora en el 132% del PIB pero, como es el más maleable de los criterios de Maastricht, la gran preocupación es el déficit público.El Gobierno belga ha recibido plenos poderes para manejar el presupuesto de 1997 a su antojo, reduciendo los molestos controles parlamentarios. La Cámara aprobará las grandes líneas, pero los detalles concretos serán competencia exclusiva del ejecutivo hasta el 31 de agosto de 1997. Sólo una excepción: el sistema de financiación de la Seguridad Social es intocable. Todo lo demás (nuevos impuestos, aumento de la fiscalidad indirecta, control de los salarios, flexibilización del mercado laboral, reducción de las pensiones) queda a criterio del Gobierno. El objetivo es impedir que se cumpla el pronóstico de la Comisión Europea, que hoy por hoy deja a Bélgica fuera del euro con una previsión de déficit público del 4,5% en 1995, el 3,2% en 1996 y el 3,7% en 1997 si no se acuerdan nuevos recortes.

'Maniobras' romanas

Holanda es la hormiga del Benelux. La Comisión no duda de que cumplirá con Maastricht y que el déficit se situará en el 2,9%. en 1997 desde el 3,4% de 1995. Este país tiene un mercado laboral muy flexible, pero también una de las estructuras de bienestar social más sólidas y generosas de Europa. A pesar de la austeridad presupuestaria, los gastos corrientes en protección social se elevaron al 33,6% del PIB en 1993, frente al 20,8% en 1979, el 30,1% en 1980 o el 32,2% en 1992. Y lo que es mejor, el Gobierno no tiene previsto ningún recorte presupuestario porque no es necesario.

BENELUX

Finalmente, el Gran Ducado de Luxemburgo, tan rico como siempre, es el único país de la UE que hace años ya que cumple los criterios de convergencia de Maastricht, pero tiene un peso económico insignificante.

Cigarras y hormigas

Este texto ha sido coordinado por Manuel Navarro con informaciones de José Comas (Bonn), Peru Egurbide (Roma), Isabel Ferrer (Londres), Enric González (París) y Walter Oppenheimer (Bruselas).

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