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Hogg defiende su gestión en la crisis de las 'vacas locas'

El ministro británico de Agricultura, Douglas Hogg, se defendió ayer de las acusaciones que le señalan como uno de los responsables de la desastrosa gestión de la crisis de las vacas locas, al asegurar que hizo "todo lo que se debía hacer" en un asunto "dificil". Hogg, discretamente apartado de la escena por el primer ministro, John Major, que ha tomado directamente las riendas del Gabinete de guerra con la colaboración del ministro de Exteriores, Malcolm Rifkind, se negó a aclarar si ha llegado a presentar o no su dimisión. "Por carácter, no soy una persona inclinada a las dimisiones", declaró ayer al programa de radio de la BBC Today. La prensa británica le citaba ayer como un cadáver político, primera baja de un escándalo que se saldará con más defunciones.En su papel de portavoz de la ofensiva antieuropea, Rifkind reiteró ante los periodistas la voluntad del Gobierno de mantener la política de no cooperación con Europa hasta que no se vea claro cuándo y cómo se levantará el embargo que afecta al vacuno y sus derivados.

La prolongación de esta situación anómala entraña numerosos riesgos políticos para el Gobierno que preside John Major. Tras la primera reacción populista de patriotismo, que obligó al líder laborista Tony Blair a refrenar su impulso crítico para no minar la posición del Gobierno, la sociedad británica parece cada vez más incómoda y preocupada con esta no cooperación en Europa. Blair señaló que "hablar de guerra es una tontería", pese a lo cual dijo: "No minaremos [la decisión] en aras de los intereses del país, siempre que sea medida, legal y apoyada en un amplio despliegue negociador y diplomático".

Beneficio político

En las filas de su propio partido ayer se alzaron voces más críticas, como la del portavoz de Economía, Gordon Brown, contra la política del Gobierno tory que pretende "sacar beneficio político" de la crisis. Los esfuerzos de erradicación de la epidemia de encefalopatía bovina se saldarán este año con un coste de mil millones de libras, según reveló ayer la viceministra de Agricultura, Angela Browning.Acaso la más dura de las andanadas dirigidas contra la nueva ofensiva de Major fue la que lanzó el líder del Partido Nacionalista Escocés, Alex Salmond. La. pequeña guerra contra Europa recibió los calificativos de "absurda", "ridícula y perniciosa", destinada a su juicio a "apaciguar" a los sectores euroescépticos de su partido. El enfrentamiento se traducirá en mayor desprestigio para el Reino Unido y los productos que vende en el continente, añadió. Salmond pidió a los ganaderos de Irlanda del Norte que aúnen sus esfuerzos con los de Escocia -las dos zonas menos afectadas por la epidemia de las vacas locas- para lograr un enfoque "regional" de la crisis que podría derivarse en un levantamiento parcial de la prohibición de exportar esta carne para ambas regiones.

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