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La ayuda de España al desarrollo no llegó, a lo acordado entre el Gobierno y las ONG

El PSOE no cumplió el compromiso de dedicar el 0,35% del PIB a la cooperación

Doble fracaso, por lo menos en términos contables. El Gobierno socialista no sólo no cumplió en 1995 el compromiso adquirido ante la Plataforma del 0,7% y las organizaciones no gubernamentales (ONG) de dedicar el 0,35% del Producto Interior Bruto (PIB) a la ayuda al desarrollo, sino que el esfuerzo hecho el año pasado es, casi con certeza, proporcionalmente inferior al de 1994, según fuentes diplomáticas. Las cifras definitivas se darán a conocer el próxi mo viernes cuando se reuna el Consejo de Cooperación al Desarrollo, un órgano consultivo que reagrupa a representantes de la Administración, de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), de los sindicatos y de la patronal.

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La mosca tras la oreja

El ministro de Exteriores, Carlos Westendorp, afirmó el 17 de enero que confiaba en que el volumen de la cooperación española se situase en 222.000 millones en 1995 pero que habría que esperar para confirmarlo a marzo. Menos cauta, Ana María Ruiz Tagle, presidenta de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI), no dudó en afirmar por escrito que esa nueva cifra "coloca a España en el undécimo lugar entre los países donantes".Los datos definitivos no están aún disponibles, según se informa en la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional, donde se achaca el retraso a la tardanza de algunas comunidades autónomas en comunicar los dineros que dedicaron a la ayuda. Los datos provisionales indican, sin embargo, que el desembolso en cooperación rondó el año pasado el 0,27% del PIB, un porcentaje en el mejor de los casos idéntico al de 1994. "Nuestro fatigoso camino hacia el 0,7% de la riqueza nacional", recomendado por la ONU, "ha sufrido un frenazo", declara Inocencio Arias, ex secretario de Estado de Cooperación.

En el Ministerio de Asuntos Exteriores se echa la culpa a Comercio. Había presupuestado 80.000 millones de pesetas en créditos con cargo al Fondo de Ayuda al Desarrollo (FAD), concedidos a países del Tercer Mundo con tipos de interés muy inferiores a los del mercado y plazos de amortización muy dilatados. A lo largo del año pasado no desembolsó ni siquiera 50.000 millones.

Otra razón menor del revés es que algunas comunidades autónomas inexpertas en cooperación habían también previsto cantidades que han sido incapaces de gastarse. El presidente de la Junta de Andalucía reconoce, por ejemplo, en una carta a Westendorp que de los 1.300 millones que tenla reservados sólo ha utilizado 300. Su homólogo de Castilla y La Mancha, José Bono, ni siquiera estuvo en condiciones de precisar at ministro a cuánto ascendía su desembolso.

Alza de la peseta

La reevaluación de la peseta con relación al dólar, la divisa con la que se financian numerosos proyectos de cooperación y en la que se hacen los pagos a algunas organizaciones internacionales, ha supuesto también un ahorro involuntario.Otros capítulos de la Ayuda Oficial al Desarrollo sí se han ejecutado correctamente. Es el caso, por ejemplo, de los 48.000 millones de pesetas suministrados a la Unión Europea para que lleve a cabo sus propios proyectos; del incremento de las cuotas voluntarias a organismos multilaterales, que pasó de 300 millones en 1994 a 4.300 un año después, y de la cooperación no reembolsable, que practicamente se duplicó hasta llegar a la cifra récord de 40.000 millones de los que la cuarta parte revierte a las ONG.

De ahí que en los funcionarios dedicados a la cooperación recalquen ahora que por lo menos la calidad de la cooperación española ha mejorado al haber disminuido, involuntariamente, el porcentaje de los créditos que otorga Comercio. El Comité de Ayuda al Desarrollo, que reagrupa a los principales países donantes, y algunas ONG como Intermón, habían precisamente criticado estos últimos años la mala calidad de la ayuda española a causa del excesivo peso de los préstamos que, por muy blandos que fuesen, sirven para financiar exportaciones de productos made in Spain.

Lo sucedido en España no es un fenómeno aislado. La ayuda pública al desarrollo de las 25 potencias más industrializadas cayó en 1994, último año con cifras disponibles, del 0,31% del PNB al 0,30% y es harto probable que se fenómeno se acentúe en 1995. Sólo cuatro países (Noruega, Dinamarca, Suecia y Holanda) cumplen el objetivo señalado por la ONU del 0,7%. El empeño en lograr los requisitos del Tratado de Maastricht de reducción del déficit público ha causado recortes de la cooperación en numerosos Estados de la Unión Europea.

A pesar de esta merma de la ayuda, España no ha logrado ese puesto número 11º entre los donantes que anunciaron en enero Westendorp y Ruiz Tagle. Lo más probable es que conserve el número 17' en la lista de los más generosos, por delante de Irlanda y de EE UU, pero por detrás de Portugal y del Reino Unido. Esa clasificación es bastante digna para un país que empezó con la ayuda al desarrollo hace tan sólo 13 años, recalcan en Exteriores para consolarse.

Tanto en ese ministerio como en el PSOE y en el Partido Popular (PP) el acuerdo suscrito en 1994 con las ONG parece hoy en día un tanto irrealista. La riqueza española dista mucho de ser la escandinava, afirman, y exigir a España, dentro de unos pocos años, un esfuerzo similar al de los países más próperos del Viejo Continente es excesivo a menos que no se amplien los criterios de cooperación.

Algunos responsables populares opinan que la presencia española en las operaciones de mantenimiento de la paz debe ser incluida en ese capítulo así como la ,ayuda de España a la reconstrucción de Bosnia. La aportación militar española a la OTAN en Bosnia supondrá 25.000 millones de pesetas este año y España está además dispuesta dedicar, de aquí a fin de siglo, 12.500 millones para la reconstrucción de esa república.

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