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50 ex-internos de un orfanato reciben por correo los datos de sus madres

Un huérfano, acusado de robar los archivos del centro

Salvador Ochoa Pascua¡, hasta hace pocos días presidente de la Asociación de Desprotegidos del antiguo Orfanato Sor Isabel, declaró ayer ante un juzgado de instrucción de Pamplona acusado del robo de dos libros del orfanato y de haber fotocopiado algunas de sus páginas, enviándolas a cerca de medio centenar de huérfanos que conocieron así el nombre de su madre biológica y de sus abuelos maternos.

Salvador Ochoa negó los cargos que le imputa el ex capellán del Hospital de Navarra, donde estuvo ubicado el orfanato, Leandro Ibáñez, de cuyo despacho desaparecieron los libros el 14 de agosto de 1995. Ambos libros, 29 de cuyas páginas habían sido arrancadas, fueron devueltos en una bolsa de plástico el 28 de octubre de ese año con una nota en la que se leía: 'Tara entregar a don Leandro Ibáñez". El sacerdote denunció a Ochoa como presunto autor de la sustracción, algo que éste negó ayer tajantemente. El juez ordenó realizar una prueba caligráfica para cotejar la escritura del imputado con algunas notas manuscritas en poder del juzgado.El robo de los libros ha permitido a varias personas, nacidas en los primeros años de la posguerra española, conocer a sus verdaderos padres después de medio siglo, aunque se desconoce con exactitud a cuántas personas les llegó a través del correo una fotocopia del registro., del orfanato con los datos de su madre biológica.

Al menos una familia, formada por Ignacio Martínez y Rosario Hernández, ambos de 72 años, reencontró a su hijo Dionisio 49 años después de haberlo abandonado en la Casa Cuna de Pamplona. Los padres, residentes en la localidad navarra de Murchante, celebraron con una fiesta un reencuentro que, al menos en este caso, fue feliz.

Salvador Ochoa se ha expresado estos días con acritud ante la acusación que pesa sobre él. "Hemos sido muy prudentes. Hemos aguantado mucho y hemos sido castigados por la sociedad navarra, que nos señaló con el dedo definiéndonos como hijos del pecado y sabemos que una parte de esa sociedad no está de acuerdo con nuestro derecho a conocer la verdadera identidad de nuestra madre. Hubiesen querido", relató Ochoa, "que esto no se destapara nunca".

Responsables del departamento de Bienestar Social del Gobierno de Navarra han reiterado que es su obligación no dar a conocer este tipo de datos, "al prevalecer legalmente el derecho a la intimidad de la madre que deposita a su hijo en un servicio de acogida", han señalado las mismas fuentes. "No obstante, no hemos denunciado a nadie en este caso porque el robo afectó a unos libros que tienen el carácter de parroquiales y son ajenos a los que posee el propio Gobierno", añadieron."En la posguerra había un sector pudiente que podía permitirse ciertos deslices y ya sabemos qué es lo que ocurría. No dejo de lado ni a curas ni a militares", ha manifestado el ex presidente de la asociación de huérfanos. "Durante muchos años se nos ha tratado de locos, de hijos de puta, y hemos tenido que aguantar de todo. Ahora no vamos a parar, pese a quien pese, porque estamos en nuestro derecho natural de conocer quiénes somos", añadió Salvador Ochoa.

Según fuentes cercanas al caso se calcula que entre 25 y 50 antiguos niños del orfanato navarro han recibido los datos, aunque sólo hay constancia de un reencuentro oficial, ocurrido a comienzos de febrero.

En los primeros años de la posguerra había una media anual de 150 madres solteras que daban a luz en el centro de orfandad del Hospital de Navarra. Curiosamente, entre las páginas arrancadas y fotocopiadas no aparece la identidad de la madre del acusado, Salvador Ochoa, que vivió adoptado en las localidades navarras de Caparroso y Arguedas.En 1985 Salvador intentó averiguar datos de su madre y el capellán del hospital y otra religiosa le comunicaron, un año después, que su madre vivía y estaba bien de salud. "Es una cuestión de derechos humanos. Nosotros también somos personas engendradas por alguien", dijo ayer Ochoa Pascual.

"Una herida en el corazón"

Dionisio, el vecino de Barañáin, que ha conocido a sus padres medio siglo después de nacer, gracias al robo de los libros del orfanato, declaró que lo sucedido ha sido "como una lotería", y expresó su enorme emoción por haber podido abrazar a sus progenitores. Su madre, Rosario Hernández,. dijo: "No nos hemos olvidado de él ni un solo día de nuestra vida. Era como una herida en el corazón".Rosario explicó que hace 49 años se quedó embarazada al tiempo que Ignacio, entonces su novio, se iba al servicio militar de dos años de duración. La familia no aceptó la situación y ella tuvo que abandonar al recién nacido en la Casa Cuna. Cuando Ignacio regreso se casaron y pensaron en interesarse por el niño, aunque desistieron por temor a que hubiera sido adoptado "o a que nos dieran otro niño señaló la madre. Dionisio ha conocido también a sus tres hermanos Ignacio, de 45 años; Marcelo, de 39, y Milagros, de 32. Ignoraban su existencia.

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