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REVUELTA SOCIAL EN FRANCIA

Juppé dice que mantendrá sus reformas contra todas las presiones, pero ofrece diálogo a los sindicatos

Enric González

Alain Juppé no cede. El primer ministro francés anunció ayer a la Asamblea Nacional que mantendría, contra todas las presiones, su plan de reforma sobre la Seguridad Social y las pensiones, aunque se declaró dispuesto a negociar con los sindicatos. "Francia está en una encrucijada: o reforma o declive", afirmó un Juppé combativo y crispado, ante los vítores de su mayoría parlamentaria. Por la noche, en un mensaje a los franceses retransmitido por televisiones y radios, pidió a todos que se desbloqueara la situación social, que calificó de "grave". No había motivos para la protesta, dijo, porque su reforma era "urgente y justa". Los inversores aplaudieron la firmeza de Juppé con una fuerte subida de la Bolsa y el franco.

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La moción de censura presentada por los socialistas, derrotada ampliamente, provocó un turbulento debate parlamentario. El primer ministro se mostró dispuesto a pactar con los sindicatos el calendario de aplicación de su plan, pero no su esquema básico.Las declaraciones previas de varios ministros habían hecho esperar algún tipo de concesión de Alain Juppé, especialmente en lo referente a las jubilaciones. Pero Juppé se limitó a negar que su plan implicara necesariamente la extensión desde 37 años y medio a 40 años del periodo de cotización necesario para que los funcionarios y empleados públicos pudieran acceder a la pensión máxima.

El debate de la moción de censura se caldeó desde el principio. El portavoz socialista, Laurent Fabius, abrió la sesión para exigir la retirada de "un plan de reforma basado en la penalizabiles". El primer ministro, según Fabius, había decidido "dejar pudrir la enorme protesta social". Inesperadamente, Juppé pidió la palabra para calificar de "mentiroso" al ex primer ministro socialista. Desde ese momento, los abucheos y grifos fueron continuos.

Antes de que Juppé iniciara su discurso, la mayoría conservadora le aplaudió en pie. Fue una señal inequívoca de la voluntad de resistencia del poder político frente a la revuelta social. El primer ministro recompenso el apoyo incondicional de sus diputados con una intervención muy firme. "Dentro de dos años, Francia tiene una cita con la historia", dijo refiriéndose a la Unión Económica y Monetaria. "Hay que hacer las reformas ahora, debemos mirar de frente las deudas del Estado, de la Seguridad Social, de las empresas públicas, tras demasiados años de mentiras", proclamó.

Según Juppé, la crisis social estaba basada en "mentiras". "Se miente a los franceses para atemorizarles", dijo, mirando a los bancos de la izquierda. Hizo una relación de "rnentiras": no era cierto que la reforma fuera impuesta, porque se había debatido previamente; no era cierto que se cargara sobre los más débiles, porque los cinco millones de parados y sin domicilio estaban excluidos del impuesto extraordinario; nunca se había hablado de suprimir los regímenes especiales de la Seguridad Social (funcionarios, ferroviarios, etcétera), ni se contemplaba como opción la privatización de los servicios públicos. "Defenderemos el servicio público a la francesa, lo mismo en París que en Bruselas", prometió.

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Una vez disipadas las "mentiras" Juppé se mostró dispuesto a "dialogar sobre bases reales" para conseguir avances "como los registrados ya en el diálogo con los estudiantes". Anunció que el ministro de Trabajo, Jacques Barrot, convocarla en su nombre a todos los sindicatos "para hablar de fórmulas de aplicación de la reforma". "Aunque la reforma", precisó, "es indispensable".

Comisión Le Vert

Juppé añadió que la llamada Comisión Le Vert, que debería estudiar la aplicación de la reforma durante los próximos cuatro meses, estaba abierta a los sindicatos. Pero éstos ya renunciaron a participar varios días atrás. Desde los escaños conservadores se había sugerido por la mañana la supresión pura y simple de una comisión sin interlocutores.La firmeza de Juppé fue bien recibida por los inversores. La Bolsa de París registró una fuerte subida del 2,25%, compensando el desplome del día anterior. La cotización del franco, que había perdido dos céntimos el lunes, ganó a su vez tres céntimos frente al marco alemán. Los dirigentes sindicales se mostraron abiertos al diálogo, pero no, convencidos.

Louis Viannet, secretario de la Confederación General del Trabajo (CGT), lamentó que el primer ministro "se negara a percibir la amplitud del movimiento social y la gravedad de la situación". Según un sondeo publicado ayer, dos de cada tres franceses juzgaban "mala" la acción de Jacques Chirac y Alain Juppé, y un 84% consideraban que la situación seguiría degradándose.

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