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Aumenta el recelo ante el español en EE UU tras el avance separatista en Quebec

"Admitir el crecimiento del bilingüismo es muy peligroso", afirma Gingrich

Antonio Caño

María López Otín fue enviada por sus padres desde Cuba a Estados Unidos en 1962 cuando era apenas una niña. Aquí disfruta hoy de una privilegiada posición al frente de la Comisión Reguladora de la Energía Nuclear. María quiso poner hace unos días su experiencia al servicio de la comisión del Congreso que estudia propuestas de ley para eliminar las ayudas al español y otros idiomas, y la imposición del inglés, como única lengua oficial de este país. El referéndum en Quebec, utilizado por los partidarios de esa ley como un ejemplo del peligro de división que se cierne sobre Estados Unidos si se mantiene el plurilinguismo, ha acentuado un debate que afecta a los principios mismos de esta nación.

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"Si tenemos que ser francos", les dijo en inglés María López Otín a los congresistas, "tenemos que reconocer que algunos norteamericanos son hostiles a la inmigración y a los inmigrantes, y apoyan el inglés por razones de exclusión, no de inclusión. Sin embargo, ese hecho desafortunado no debe impedirnos ver la realidad de que el conocimiento del inglés es decisivo para triunfar en la sociedad norteamericanaCon argumentos similares, siete de las ocho personas que prestaron declaración ante la Cámara de Representantes, entre ellas una doctora de origen indio, un jugador de fútbol húngaro y un empresario chileno, se pronunciaron a favor de la oficialización del inglés. Su preocupación era que, mientras los inmigrantes se mantengan apegados a su lengua y a sus costumbres, nunca progresarán adecuadamente.

La preocupación de las oganizaciones ciudadanas, legisladores y políticos que favorecen incluso una enmienda constitucional para imponer el inglés como idioma único, es diferente. Ellos temen un Quebec en Los Ángeles, donde el 42,7% de los estudiantes tienen ya como primer idioma el español, y el número es creciente. O un Quebec en Tejas, o incluso en Nueva York, donde más del 10% de los estudiantes habla español en sus hogares.

"Presten atención a los resultados de Canadá", ha puntualizado el presidente de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich. "Son una seria advertencia para todos los norteamericanos de que permitir el crecimiento del bilingüismo es muy peligroso, y de que tenemos que insistir en el inglés como idioma común y como un medio para mantenernos unidos". Pat Buchanan, uno de los más carismáticos candidatos republicanos a la presidencia norteamericana, ha puesto también Quebec como ejemplo de que "el bilingüismo acarrea un virus que es profundamente peligroso para la salud de Estados Unidos".

Newt Gingrich ha recogido la alarma de una mayoría de parlamentarios conservadores que consideran que el hecho de que, en cincuenta años más, uno de cada cuatro norteamericanos sea de origen hispano constituye una bomba de tiempo que es preciso desactivar ahora. Con ese fin Gingrich prometió que el Congreso, dominado por los republicanos, votará en algún momento de los próximos meses a favor de una ley de exclusividad del inglés. Eso supone, a juicio del caucus de congresistas hispanos un ataque a su comunidad y una violación a la primera enmienda de la Constitución, que garantiza la libertad de expresión. Dos terceras partes de los 27 millones de hispanos que viven en Estados Unidos dicen expresarse más cómodamente en español que en inglés. Eso es un hecho que reconoce, en la práctica, el propio Partido Republicano. cuando difunde sus documentos electorales en ambos idiomas.

Derecho a la igualdad

El problema, en opinión de Ed Pastor, un representante por Arizona que encabeza en el Congreso los esfuerzos en contra del movimiento english only, no es que exista en Estados Unidos el peligro de un Quebec. "El tema de Quebec está basado en 200 años de mantenimiento de la cultura francesa", afirma. El problema verdadero, según él, es que, al privar a los hispanos de su idioma, se les priva también de su derecho a la igualdad de oportunidades.Y el problema es también que, con la proximidad de las elecciones de 1996, la defensa del inglés se ha convertido en una reivindicación muy rentable. Según encuestas hechas por el grupo US English, el 98% de la población norteamericana es partidaria de la oficialización del inglés. Ello no obedece sólo a razones culturales, sino también económicas.

Ese mismo grupo de presión ha calculado que Estados Unidos gasta cada año 8.000 millones de dólares en los programas de educación bilingüe, en su mayor parte de inglés y español, pero también de inglés y armenio o cantonés. Esas cantidades han comenzado a verse reducidas desde que los republicanos controlan el Congreso.

En el condado de Dade, donde vive la mayor parte de la población cubana del Estado de Florida, la asignación para la enseñanza del español ha sido recortada de los 195 millones de dólares con que contó el último año a 53 millones para el año próximo.

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