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FESTIVAL DE CINE FANTÁSTICO DE SITGES

"Virtuosity" un "thriller" futurista, impacta por sus efectos especiales

No hay manera. Las películas a concurso, esas que deben justificar la razón de ser de un festival de cine competitivo, siguen resultando un fiasco. Sucedió ayer con la primera del día, The passión of darkly noon, de Philip Ridley, un thriller de psicópata religioso que el director canadiense malogra por la aparatosidad que ya demostró ampliamente en The reflecting skin, estrenado en España. Y sucedió igualmente con Virtuosity, de Brett Leonart, un thriller futurista que hace de la realidad virtual su materia pruna y que tiene en Denzel Washington, Kelly Lynch y unos resultones efectos especiales sus bazas más seguras.

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El padre de todos los efectos

Claro que siempre le queda al cinéfilo el recurso de la memoria, aspecto éste en que el festival es pródigo este año gracias a su retrospectiva de los 100 títulos más populares de la historia del género: este cronista confiesa que se curó del mal cine visto cuando en el lunes por la noche regresó al mundo de Peter lbbetson y su amor surreal en ese extraordinario melodrama que es Sueño de amor eterno que Henry Hathaway hizo a mayor gloria del amour fou y de la gloriosa condensación narrativa del cine clásico de Hollywood. Y es que la película acaba de cumplir este año sus primeros 60 añitos... hasta Gary Cooper es joven en ella.Y no es menos cierto que, al menos por lo visto hasta ahora, la sección Première, que el festival se inventó hace tres años para buscar en ella la calidad que le falta al género en épocas de crisis, ha vuelto a destapar las esencias de la comedia romántica con Olvidar París, una divertida y hasta elegante revisitación del lugar que la ciudad luz ocupa desde siempre en el imaginario cinematográfico americano, con invocaciones a Vincente Minnelli, Gene Kelly y una banda sonora donde suena Its very clear y April in Paris, y en la que Debra Winger y Billy Cristal, éste en la triple tarea de director, guionista y actor principal, bordan un trabajo si no sobresaliente -la película es demasiado condescendiente como para resultar original-, sí por lo menos agradablemente solvente.

Sangre fácil

A todo esto, el concurso sigue sin destapar una película con posibilidades de hacerse con los galardones sobre los que el jurado deberá decidir el próximo sábado. Dos thrillers son los últimos llegados a la lista de vulgaridades vista hasta la fecha, y hay que convenir que ninguno aporta gran cosa. En el caso del filme de Ridley, un tema interesante la progresiva pérdida del autocontrol de un fanático religioso, hospedado en una remota casa en medio del bosque, cuya culpabilizadora pasión por su bella anfitriona le llevará a la tragedias e malogra por la tendencia del cineasta al innecesario alargamiento de las secuencias, al ruido sonoro con el que pretende esconder su falta de dominio del tempo dramático y a las concesiones al peor gusto contemporáneo del género, como son la sangre fácil y el surrealismo de guardarropa.A su lado, Virtuosity, la última del director de El cortador de cesped, resulta casi un entretenimiento llevadero, por mucho que el guión se haga un auténtico taco con la virtualidad y su mezcla con el espacio (supuestamente) real, y por mucho que la principal invención del filme, una criatura casi indestructible que se regenera a base de masticar vidrio, reúna a su alrededor todas las trampas conceptuales que se permite el género en nuestros días, aunque es bien cierto que la parte técnica del filme, en especial sus efectos visuales y por ordenador, se apunta ya como favorita para lograr algunos de los muchos premios que Sitges concede a los filmes en competición.

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