La cultura española entra en La Habana con 6.000 libros
Alborch inaugura un encuentro cultural que durará tres meses
Con más de 6.000 libros y revistas, que intentan ser representativos de la cultura española contemporánea, comenzó ayer en La Habana un encuentro cultural entre España y Cuba que se prolongará tres meses. La ministra Carmen Alborch y el director general del Libro, Francisco Bobillo, fueron los encargados de inaugurar anoche esta exposición literaria, que ocupa la planta baja del Centro Capitolio de La Habana. Además, hoy interviene como invitada Carmen Martín Gaite, y mañana, Carlos Casares y José Manuel Caballero Bonald.
Tanto los libros como las revistas están expuestos de forma que los visitantes no se limiten a contemplar los volúmenes, sino para que se sienten tranquilamente y puedan dar un vistazo a los contenidos.Para que los cubanos profundicen en los textos, a lo largo de estos tres meses podrán conocer y escuchar a algunos de los autores de estas obras de la narrativa española actual. Hoy mismo está previsto que la escritora Carmen Martín Gaite cuente a los cubanos la importancia de Galicia en su obra literaria. Mañana, Carlos Casares hablará de la experiencia literaria vista por un escritor gallego y José Manuel Caballero Bonald explicará el significado de la novela de la memoria.
Pero el encuentro cultural con Cuba -que le ha costado al Ministerio de Cultura español 150 millones de pesetas- no se limita a lo literario. Durante estos meses habrá teatro, danza, cine, fotografía, pintura y escultura. Algunas de estas actividades sorprenden por lo limitado de su contenido, ya que la filosofía del encuentro es dar a conocer la cultura española contemporánea. Dentro de ese capítulo de sorpresas destaca el hecho de que el cine español esté representado exclusivamente por un ciclo dedicado a Jaime de Armiñán.
En el campo de las artes plásticas llega una muestra dedicada al Equipo Crónica, el grupo formado por los valencianos Rafael Solbes y Manuel Valdés que tuvo una gran importancia en la década de los sesenta, y cuyos trabajos son sobradamente conocidos en esta isla. Las últimas tendencias plásticas españolas llegarán en diciembre con una exposición montada con fondos del Reina Sofía.
Durante su visita, está previsto que Carmen Alborch se reúna con el presidente cubano, Fidel Castro, con el que ya se entrevistó en dos ocasiones anteriores durante la visita que hizo a Cuba el año pasado. En aquel viaje, Alborch también se reunió con disidentes del régimen castrista como Elisardo Sánchez, presidente de la Comisión de Derechos Humanos y la Reconciliación Nacional.
Gesto político
La ministra, que trae como regalo para Fidel Castro una corbata y unos vinos españoles, dijo que este encuentro se celebra bajo el lema de Cultura y libertad y señaló que no cree que se interprete como un gesto de apoyo a Castro sino como un acto de apoyo al pueblo cubano. En la agenda de la ministra no está fijado ningún encuentro con disidentes aunque Alborch no descarta que se produzca alguna entrevista con representantes de la oposición, lo mismo que no descarta un gesto político por parte de Fidel Castro.
Al margen de los contenidos este encuentro cultural ha despertado gran interés entre los intelectuales y artistas que viven en la isla. Sin querer entrar en si esto es un respaldo a la política oficial de Castro, hay un deseo auténtico de conocer la cultura española. La única que vive de espaldas a estos fastos es la poetisa Dulce María Loinaz.
Con los 91 años que confiesa la premio Cervantes de 1992 prácticamente ciega e inmovilizada, dice no tener demasiada fe en estos encuentros. Con un fuerte carácter cargado de mal uva que recuerda al de la española Rosa Chacel, Dulce María habla con toda la distancia posible de los poetas cubanos actuales con un profundo desprecio hacia gente como Lezama Lima -"era muy cortés, pero no me gustaba nada lo que escribía"-.
Mientras con sus cuidadísimas manos acaricia a uno de sus siete perros callejeros, lamenta el poco interés que hay por la poesía y, aunque de entrada advierte que no va a hablar de Castro ni de política, responsabiliza a ésta de la ignorancia de los más jóvenes. Y antes de despedirse y reclamar que le hagan fotografías, se queja de que tanto en Cuba como e España se han olvidado de ella, aunque se consuela diciendo que siempre fue una navegante solitaria.
Babelia
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