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'Cerido ermano'

No hay tabús entre los lingüistas ante el desarrollo del sistema gráfico, sino una advertencia de reflexión y prudencia. Seco lamentaría que se tachara de retrógrados a los que insisten en mantener las convenciones ortográficas actuales, cuando no hay nadie que aporte razones de peso para lo contrario. "Además, nuestras convenciones", añade Salvador, "con el tiempo se han convertido en hábitos y ya no son arbitrarias".La conmoción que provocó la reforma ortográfica de los maestros madrileños en 1844 y que permitía encabezar una carta Cerido ermano..., desembocó en una ordenanza que dejaba en manos de la Academia las competencias para dictar las normas. De aquella época de constantes innovaciones ortográficas extrajo Juan Ramón Jiménez su particular uso de la j, en concreto de una enciclopedia consultada siendo niño que siempre recordó con nostaljia.

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Ya en este siglo, Fidel Castro abanderó en Cuba una revolución ortográfica. "Era una operación suicida que atendía ¡a la pronunciación cubana!, y afortunadamente no se llevó a término", dice Manuel Seco. En México también se practicó una ortografía muy silábica, para facilitar el aprendizaje del idioma por parte de los indígenas, pero, según Blecua, se abandonó porque les dejaba indefensos ante la lectura general.

La última reforma de la Academia fue la edición en 1959 de las Nuevas Normas de Prosodia y Ortografía, aunque más que de una normativa es una serie de recomendaciones, muchas de las cuales no han sido seguidas. Por ejemplo, suprimir la p de psicología o la tilde del adverbio sólo o de los pronombres éste, ése, aquél. Indica Alarcos que, aunque se supriman, el tecleador o impresor sigue escribiendo sólo, éste, etcétera. Sí se ha extinguido -Seco piensa que por influencia de los periódicos- la tilde en fue, fui, vio, dio,- etcétera. "Para modificar un patrimonio tan inmenso como el idioma", concluye De la Concha, la gente es mucho más conservadora que la propia Academia, que siempre ha ido en vanguardia en este tema"

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