Un homenaje truncado
La muerte ha sorprendido a Emilio García Gómez en el umbral del homenaje que el mundo cultural y artístico español se aprestaba a ofrecerle con motivo de los 90 años de vida que, desgraciadamente, no llegó a cumplir.Muy pocos sabían que, casi coincidiendo con dicha efemérides, García Gómez habría celebrado también un aniversario de especial significado para nosotros: los 40 años de su pertenencia ininterrumpida al consejo de administración de la Sociedad Española de Radiodifusión. Para conmemorarlo con él, habíamos citado a una representación nutrida de la intelectualidad y los medios de comunicación españoles a un acto que se ha visto truncado por la fatal noticia. No me resisto a hacer público ahora el homenaje que, en nombre de todos los compañeros de la SER, queríamos ofrecerle porque la vida de don Emilio ha sido paradigma y ejemplo de muchas cosas. Y quiero expresar, con toda humildad, la mínima reflexión que me hubiese gustado compartir con él el próximo lunes.
Don Emilio era un hombre multifacético, curioso, sagaz y preocupado por la vida. Embajador en Bagdad, Beirut y El Cairo, catedrático de lengua y literatura árabes en la Universidad de Madrid, miembro de las Academias Española y de la Historia, premio Príncipe de Asturias y doctor honoris causa por varias universidades. Éstos y otros méritos son sobradamente conocidos porque su trayectoria intelectual y la riqueza de su personalidad han enriquecido nuestra convivencia y nos han hecho conocer nuestra historia, nuestra poesía y nuestras letras. Su aportación fue decisiva para el conocimiento del arabismo y la recuperación de una tradición abandonada en 1492, que Carlos III y la Ilustración retomaron en nuestro país.
Vinculado a la SER desde el 18 de junio de 1955, su participación en los quehaceres de la cadena de radio decana de España fue ininterrumpida desde esa fecha. Y es sobre este punto de la relación entre los intelectuales y los medios de comunicación sobre el que quiero hacer incidencia. Durante décadas y por motivos diferentes hemos visto con demasiada frecuencia cómo los creadores de cultura y los sistemas de producción y distribución de nuestro país se dieron la espalda. Para decirlo a las claras: los intelectuales y la industria mediática. tendían a desconocerse cuando no a hostilizarse mutuamente. Esta situación, corregida en gran parte, tras la llegada de la democracia, pervive aún hoy en muchos ambientes, con grave daño para los medios de comunicación y sus usuarios. La atención al mundo intelectual, en permanente diálogo con él, ha distinguido, sin embargo, y distinguirá siempre, a nuestras empresas. La ejemplaridad de don Emilio, que colaboró activa y asiduamente con las tareas de la SER es, por eso, admirable. Y nos habla de su modernidad, su indomable espíritu, sus ganas de conocer mundos, cosas y gentes nuevas.
Me hubiera gustado, como digo, compartir esta meditación con Emilio García Gómez y los invitados por la SER al acto de la próxima semana. Hoy quiero, por lo mismo, contribuir al merecido elogio que recibe desde tantos sectores de la vida española y sumarme, en nombre de todos cuantos trabajamos con. él, al dolor de su viuda y de sus innumerables discípulos y amigos.
Jesús de Polanco es presidente del grupo PRISA y de la Sociedad Española de Radiodifusión.
Babelia
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