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Chirac anuncia en el Parlamento una reforma constitucional a favor del uso del referéndum

Enric González

Jaques Chirac cumplió ayer con uno de los primeros ritos de la presidencia de la República: el mensaje a las dos cámaras del Parlamento. Dado que el presidente francés no puede, por ley, entrar en los edificios legislativos, sus palabras fueron leídas simultáneamente por los presidentes de la Asamblea Nacional y del Senado, y escuchadas en pie por todos los presentes. Chirac anunció un proyecto de reforma constitucional para hacer mayor uso del referéndum y la extensión de la sesión parlamentaria de seis a nueve meses. También aprovechó la solemne ocasión para insistir en que la gran prioridad era luchar "contra ese cáncer de nuestra sociedad llamado desempleo". Tanto la Asamblea Nacional como el Senado estaban a rebosar. El mensaje inaugural del presidente sólo se escucha una vez cada siete años, y el "cambio" prometido por Chirac ha despertado grandes expectativas. No hubo sorpresas, sin embargo. El presidente anunció dos reformas en las que había insistido durante su campaña: ampliar y hacer más frecuente el uso del referéndum, según la tradición gaullista, y extender la sesión parlamentaria para que diputados y senadores participaran un poco más en la vida política.Ambas reformas fueron inspiradas por Philippe Séguin, presidente de la Asamblea Nacional y auténtico número dos bis del chiraquismo. Dado que Chirac optó por Alain Juppé como jefe de su primer Gobierno, Séguin, que aspiraba al mismo cargo, rechazó todas las ofertas ministeriales y prefirió quedarse en el despacho parlamentario, a la espera de su mómento.

Cohesión nacional

En su mensaje, el presidente Chirac dijo que cada diputado y senador tenía "una misión y una responsabilidad eminentes en la tarea que debemos desarrollar, y muy particularmente en la lucha contra ese cáncer de nuestra sociedad llamado desempleo". Y siguió: "La confianza de los ciudadanos en sus dirigentes se debilita cuando el paro y la marginación no pueden ser atajados. Ese gran desafío es, para todos nosotros, una prioridad absoluta". "La distancia entre el pueblo y sus representantes debe ser reducida, ya que va en ello nuestra cohesión nacional y nuestra capacidad para reformar la sociedad francesa", agregó.

Sobre las dos reformas propuestas, dijo: "Parece deseable una nueva organización del ritmo de sesiones [parlamentarias], como muestra la multiplicación, durante los últimos años, de las sesiones extraordinarias". Hasta ahora, el Parlamento ha repartido su trabajo en dos sesiones de tres meses cada una, en otoño y primavera. La propuesta de Séguin, recogida por Chirac, consiste en crear una sesión de nueve meses seguidos, con una sola pausa en verano. Diputados y senadores acogieron favorablemente las dos ideas, aunque varios de ellos, a derecha e izquierda, expresaron su temor de que los tres meses adicionales sólo sirvieran para votar "decenas de leyes superfluas o inútiles, como ha sucedido en los últimos años, en lugar de fiscalizar la acción del Gobierno", en palabras de un portavoz de la oposición socialista.

"Deseo", prosiguió, "someterles sin demora un proyecto de ley constitucional destinado a extender el campo de aplicación del referéndum previsto por el artículo 11 de la Constitución".

Durante la campaña electoral, Chirac anunció dos refe rendos: uno sobre la reforma del sistema educativo y, otro para ratificar la reforma del Tratado de Maastricht, que se efectuará en la Conferencia Intergubernamental de la Unión

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Europea prevista para el año próximo. Su idea es consultar directamente a la población en todas las cuestiones que impliquen cambios institucionales o sociales.

El mensaje presidencial al Parlamento es una tradición que arranca de 1871, cuando nació la larga y agitada III República. Desde 1875, el presidente francés tiene prohibido penetrar en la Asamblea Nacional y en el Senado, por lo que su discurso es leído por el presidente de cada Cámara, y los parlamentarios lo escuchan en pie.

Valéry Giscard d'Estaing, un presidente indudablemente altivo, cometió en 1974 el error de "permitir" que diputados y senadores permanecieran sentados durante la lectura: unos se rieron, otros se molestaron por la condescendencia y los más no supieron en qué posición quedarse. Fue su primera metedura de pata.

La pesca, el primer olvido de Alain Juppé

Los nuevos ministros de Francia desembarcaron ayer en sus despachos. Fue una jornada de transiciones entre salientes y entrantes. Sólo Francois Bayrou, ministro de Educación, el único repetidor, fue al trabajo como cualquier día. El nuevo Gobierno es el más numeroso formado por la derecha en la V República: 26 ministerios, dos ministerios delegados y 14 secretarías de Estado, 42 carteras en total. Y aún así, Alain Juppé se olvidó de algo: de la pesca, una de las cuestiones más delicadas y potencialmente explosivas. Ya ayer, por la mañana, empezaron a llegar las protestas de los puertos.A Philippe Vasseur, nombrado ministro de Agricultura y Alimentación el jueves, le faltó tiempo ayer para decir, al tomar "posesión de su despacho, que era "también" ministro de Pesca, y atribuir la omisión inicial a "un desafortunado error mecanográfico".

La irritación de los pescadores era comprensible, habida cuenta de que se les había prometido una atención especial. Jacques Chirac declaró, durante la campaña, que si era elegido presidente pensaba crear "un gran Ministerio del Mar, dirigido por una personalidad de primer plano, con competencias sobre la marina mercante, la construcción naval, la pesca, la actividad portuaria, la protección del litoral, el turismo y el ocio". De lo dicho, nada. Dado que se crearon o mantuvieron carteras específicas para la Solidaridad entre Generaciones o las Víctimas de Guerra, por poner dos ejemplos, la gente del mar no aceptó como excusa la necesidad de limitar el número de ministerios.

Los sindicatos, en cambio, reconocieron que la estructura del nuevo Gobierno parecía confirmar la prioridad de la lucha contra el paro. Además del Ministerio de Trabajo, Diálogo Social y Participación, atribuido al centrista y católico social Jacques Barrot, se creó una Secretaría de Estado de Empleo dependiente directamente del primer ministro. Anne-Marie Couderc, abogada y consejal de París, especializada en asuntos sociales, actuará como Pepito Grillo de Alain Juppé para recordarle una de las frases con que Jacques Chirac asumió, el 7 de mayo por la noche, su victoria electoral: "Antes de tomar cualquier decisión, sea la que sea, hay que preguntarse: ¿es buena para el empleo?"

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