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El Gobierno bosnio dialoga por primera vez con Belgrado después de tres años de guerra

El Gobierno bosnio admitió ayer que ha mantenido contactos oficiales directos con su archienemiga Serbia por primera vez después de tres años de guerra. El diálogo entreSarajevo y Belgrado tuvo lugar el pasado jueves, día en que el embajador bosnio, en Suiza, Mohamed Filipovic, viajó a la capital serbia por encargo del presidente Alia Izetbegovic para entrevistarse con el líder de aquel país y arquitecto de la guerra de losBalcanes, Slobodan Milosevic. Los contactos -"productivos", según el lacónico lenguaje del jefe del Estado bosnio- abren un nuevo canal negociador y van a continuar en otro nivel, aseguran informaciones periodísticas en Sarajevo.

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El inesperado giro diplomático acontece a la vez que una renovada escalada bélica en Bosnia, sobre todo en la región montañosa de Tuzla, y el anuncio ruso de que está en marcha una iniciativa de las potencias mediadoras (el grupo de contacto) para que Milosevic reconozca a Bosnia y Croacia a cambio de que sean levantadas las sanciones internacionales que pesan sobre Serbia.Según Izetbegovic, no habrá cambios "inmediatos" en la posición serbia sobre Bosnia-Herzegovina, incluido un eventual reconocimiento, tras el encuentro, de Belgrado, acordado a iniciativa de Milosevic. Antes declaró a la radio oficial bosnia que autorizó este contacto directo con el presidente serbio porque está convencido de que hay una clara fisura entre el Gobierno serbio y sus protegidos de Bosnia, acaudillados por Radovan Karadzic.

El diálogo va a continuar con un viaje a Belgrado de varios representantes de los serbios -al rededor de 50.000 personas- que permanecen en el 30% de te rritorio bosnio bajo el control de Sarajevo y sus aliados croatas. La agencia de prensa bosnia Onasa anuncio ayer que una de legación presidida por Mirko Pejanovic, serbio y miembro de la presidencia colectiva bosnia, se entrevistará con el presidente Milosevic en los próximos días.

El eventual reconocimiento mutuo entre Serbia, por un lado, y Bosnia y Croacia, por otro -en el que se concentran ahora todos los esfuerzos occidentales con el convencimiento de que por Belgrado pasa cualquier solución a la guerra-, sería el primer paso decisivo para hacer entrar en razón a los ultranacionalistas serbios de Bosnia y Croacia.

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El nuevo papel de la ONU

El Gobierno bosnio, siguiendo los pasos de Croacia, intenta aquilatar el papel de los cascos azules en su territorio, cuyo mandato expira la semana próxima. El presidente Izetbegovic anunció ayer que deben efectuarse cambios importantes, encaminados a que la actual Fuerza de Protección de las Naciones Unida (Unprofor) proteja efectivamente las zonas de Bosnia que la propia ONU ha declarado como "seguras" y que sean capaces de garantizar los suministros humanitarios, la apertura de las rutas vitales o de impedir la acción de los francotiradores.

Sarajevo opina que la labor de los 23.000 soldados de la ONU en Bosnia-Herzegovina ha ido perdiendo musculatura y convicción y se desarrolla ahora a capricho de las tropas serbias.

En Nueva York, mientras, la diplomacia se mueve. El secretario general de la ONU, Butros Butros-Gali, recomendó ayer al Consejo de Seguridad reemplazar la actual Unprofor por tres fuerzas diferentes, una para Croacia (Unprofor-1), otra para Bosnia-Herzegovina (Unprofor-2) y una para Macedonia (Unprofor-3). Cada una de estas fuerzas estaría dirigida por un jefe de misión civil y tendría su propio comandante militar, aunque, por razones de eficacia, Butros-Gali recomienda que el control conjunto de las tres fuerzas sea ejercido por su representante especial, el japonés Yasushi Akashi, y por un comandante supremo militar, en la actualidad, el general francés Bernard Janvier. La sede de este mando conjunto seguiría en Zagreb.

En el caso de Uriprofor-1, que se ubicará en el territorio croata, ya existe un borrador de resolución, que sitúa el número de cascos azules necesarios en 8.000, mil de ellos destinados a la vigilancia de las frontera entre Croacia y Serbia y Croacia y la parte de Bosnia ocupada por los serbios bosnios, que era una de las exigencias de Zagreb. Pero en el borrador no se recoge otra de las exigencias: cerrar estos pasos fronterizos al tránsito de armas y pertrechos para los serbios de la región de la Krajina.

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