Ordenancismo
Tiene razón Maruja Torres: en las terrazas de los bares coexisten pacíficamente castellano y catalán, cada uno habla la lengua que quiere "cuando, donde y como le place". Pero vaya usted a explicárselo a los capitostes de la Generalitat de Cataluña, que tiene ya departamentos de planificación lingüística, sin duda porque desconfía de la capacidad de la gente de hablar bien como bien le pida el cuerpo sin liarse. Y esa insensatez ordenancista no es ya la tontorrona legislación de diccionario de las Academias, que todos toman a pitorreo, no. A la monomanía planificadora de la Generalitat se aplican todos los recursos coercitivos de que el Estado moderno dispone, y con la fe y el entusiasmo de que sólo un partido nacionalista es capaz. Nacionalismo: identificación visceral con un fetiche, con una abstracción. Usted, por ejemplo, ha enseñado durante años en institutos de bachillerato catalanes sin tener nunca el menor problema (aunque usted habla castellano, entiende el catalán; aunque algunos de sus alumnos hablan catalán, en tienden el castellano). Pues bien: si desea cambiar de centro, la Generalitat le exigirá acreditarse mediante examen (Módulo 2), "un conocimiento adecuado, oral y escrito, de la lengua catalana" (DOG). La cursiva es nuestra: clama al cielo cómo ese adjetivo, que sólo tiene sentido referido a un con texto funcional ("adecuado a... ; aquí: a la posibilidad de desempeñar competentemente la docencia), se utiliza de modo absoluto (abstracto), casi como sinónimo de, "comme il faut, como Dios manda", o sea, "como a los planificadores nos sale de las narices": "Claro que pueden ustedes desempeñar su función perfectamente sin aprobar nuestros exámenes, pero estamos en Cataluña y aquí todo el mundo se examina de catalán" (del catalán de ellos, no del de la gente, por supuesto). O, como dicen otras veces: "Sólo así se garantiza que el catalán no acabe devorado por el castellano". Por tan paranoicas representaciones se rigen; en particular, el futuro, esa abstracción, les tiene obsesionados. Y entretanto, en el presente, que es lo único que hay, todos a pasar por su tubo, y Cataluña convertida en parvulario.-
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