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Rafael Guillén, premio Nacional de Poesía por su libro 'Los estados transparentes'

Pedro Bádenas, galardonado con el de traducción por la obra 'Barlaam y Josefat'

La concesión del Premio Nacional de Poesía a Rafael Guillén (Granada, 1933) por su libro Los estados transparentes ha deparado una nueva sorpresa y ha rescatado a un poeta perteneciente a una generación perdida que tuvo que afrontar la creación en una ciudad, Granada, estigmatizada por el asesinato de García Lorca. Se fallaron también ayer el Premio Nacional de Traducción, que distinguió el trabajo de Pedro Bádenas de la Peña, dotado, como el de poesía, con 2,5 millones de pesetas, y por primera vez, el de trabajo editorial, ex aequo a Tusquets y Anagrama.

Caviloso como siempre, Rafael atendía ayer a los informadores en la terraza de su casa situada frente la Alhambra ("No me gusta el paisaje", bromea, "la Alhambra me tapa las vistas"), informa Alejandro V. García."Más que el premio lo que quiero es que lean el libro. Yo tardo cinco años en escribir un libro. Los estudio, los planteo, los estructuro y luego empiezo. Cada libro mío es distinto. Este de ahora arranca de Límites (1971). No es que me retrotraiga hasta él sino que la forma de expresión enlaza con él, es su punto de arranque", explica Rafael Guillén.

"Luego, en Moheda (1979) intenté a través de un estudio del lenguaje rescatar numerosos términos entre la riqueza de nuestro idioma andaluz que, con la televisión y la falta de lectura, estaban en trance de desaparecer. En Mis amados odres viejos intenté abordar los problemas actuales, pero dentro de unas formas métricas tradicionales", afirma el poeta granadino.

Todas distintas

Guillén, autor de más de una veintena de libros, afirma que cada una de sus obras es distinta. "Los estados transparentes es una indagación en una materia trascendida por sí misma, una materia, dentro de lo posible, sin connotaciones filosóficas", dice."Si me han concedido este premio no puedo lógicamente hablar mal de los premios, pero es posible que al premiar un libro titulado Los estados transparentes hayan pretendido que sea transparente, porque también hay premios opacos", señala.

"Cuando empezábamos nosotros estaba mal visto ser poeta. El grupo nuestro -con José Ladrón de Guevara, José Carlos Gallardo o Julio Alfredo Egea- se encontró en Granada con un silencio que duraba veinte años desde la muerte de Lorca. Fundamos la colección Veleta al sur, que duró diez años, durante los cuales no hubo otra manifestación, poética. Luego, cuando nos casamos y empezamos a tener hijos, nos disolvimos y cada uno marchó a un sitio".

"Cuando rompimos aquel silencio nos planteamos que debíamos escribir de cualquier manera, pero nunca como la de Lorca: el sitio donde los genios ponen la mano queda acotado. Había que buscar una personalidad que siendo granadina no fuera lorquiana. Los experimentos lorquianos no hubieran sido otra cosa que copias, meros clichés".

Rafael Guillén, empleado de banca jubilado, permaneció leal a Granada durante toda su vida, con una fidelidad absoluta. "Mi poesía es tremendamente granadina. Yo diría que ni siquiera es andaluza. El granadinismo se manifiesta con una concepción de la vida en la que nunca está ajeno el sentido del humor. Y distingo sentido del humor del chiste".

"En la Bética", agrega, "se dan personajes graciosos, pero en Granada ese sentido es más difícil, sale al hilo de la conversación. Un granadino auténtico se avergonzaría de contar un chiste. Mi poesía está calada de sentido del humor pero muy, muy profundo".

Cultura andaluza

Guillén admite que la cultura andaluza ha influenciado mucho su escritura, hasta el punto de que en uno de sus libros, Cancionero-guía para andar por el aire de Granada, 1970, compuso letras flamencas."Los libros no los considero como un ponerse a escribir y escribir y cuando se tiene cierto número de páginas cortar como en los telegramas. Me los planteo como un todo y en cuanto termino, comienzo uno nuevo completamente distinto", agrega. Ahora Guillén planea otro libro del que ignora casi todo: "La escritura es así: escribo poco y lentamente, pero no paro".

También ayer se falló el premio Nacional de Traducción que recayó este año en el traductor Pedro Bádenas de la Peña por su versión del griego bizantino del clásico anónimo Barlaam y Josefat.

La decisión del jurado fue disputadísima en su fase final, entre esta obra y las Meditaciones y reflexiones, de Goethe, traducido del alemán por Juan José del Solar. Este galardón está dotado con 2,5 millones de pesetas.

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