'Todo es mentira' abre paso al cine español
Fernández Armero, su director, rechaza que su pelicula describa a la 'Generación X'
ROCÍO GARCIA, El cine español hizo su aparición ayer en el Festival de San Sebastián con la ópera prima del realizador madrileño Alvaro Fernández Armero, de 25 años, que presentó en la sección oficial del certamen Todo es mentira, su primer largometraje, cuyo guión escribió en el tiempo récord de tres días, y en el que narra la convivencia de cuatro parejas y las dificultades que arrastran. El músico Coque Malla, autor también de la banda sonora, y Penélope Cruz encabezan el reparto. Fernández Armero, que no tuvo reparos en confesar su miedo a las críticas, se defendió de la etiqueta de generación X, con la que, dice, han marcado su película. "La generación X me hace vomitar", señaló sin ocultar su incomodidad.
La sala de prensa estaba abarra toda. La expectación que había despertado el primer largometraje de Álvaro Fernández Armero venía avalada, no solo por el re conocimiento a su trabajo anterior, El columpio, protagonizado por Coque Malla y Ariadna Gil y que obtuvo el premio Goya 93 al mejor cortometraje, sino por el alarde y valentía de la apuesta de muchos de los jóvenes intérpretes. Junto a Coque Malla y Penélope Cruz, figuran Jordi Molla, Gustavo Salmerán -recién llegado de la finalización de El rey del río de Gutiérrez Aragón-, Irene Bau, la cantante Cristina Rosenvinge, Mónica López y el director de cine Fernando Colomo, el único talludito del reparto. También Ariadna Gil interpreta un pequeño papel en el filme.Todo es mentira narra la relación de cuatro parejas con dificultades todas ellas, aunque se centra principalmente en la que interpretan Coque Malla (Pablo) y Penélope Cruz (Lucía). Pablo es un joven que odia muchas cosas: la limpieza, los puerros y otras más, y al que le bulle la cabeza como si de una olla a presión se tratara. Cuando encuentra a Lucía, piensa que es la mujer de sus sueños y cree ver todos sus problemas solucionados. Pero Lucía no es mas que el detonante para que Pablo explote. Junto a ellos, otras tres parejas sufren los mismos rigores, ya sea por la diferencia de edad o por la rivalidad profesional. Ante la ausencia, ayer, de Penélope Cruz, fue el Coque Malla sonriente de, siempre la estrella del evento. Todas las miradas se dirigían hacía él y él se hacía que rer. No tuvo reparos en interpretar al piano algunas notas para regocijo de los fotógrafos, instantes después de piropear y ofrecer una invitación a cenar a una atractiva periodista de Radio Euskadi.
A su lado, más serio, y sin ocultar sus miedos y nerviosismo, se encontraba su amigo y autor del filme: Alvaro Fernández Armero. Para el director, "Todo es mentira no es una comedia madrileña, ni una comedieta de jovencitos, tortolitos, ni siquiera una película juvenil, sino un filme en el que se habla de gente joven". Si hay algo que le ponga tirante y distante a Fernández Armero es el encasillamiento que ha sufrido su película dentro de la llamada generación X. "La generación X me hace vomitar. No sé porqué han dicho que este filme habla de ello cuando es mentira. Parece que forma parte de poner sellos comerciales a las cosas, sin preocuparse del resto", señaló.
El poder de aniquilación
Su única pretensión a la hora de escribir un guión, añadió, no era el retrato de una determinada generación ni el lanzar ningún tipo de mensaje sobre la juventud, sino mostrar y hablar de la convivencia entre parejas y el poder aniquilador, que tiene sobre ellas. "Se han realizado muchos filmes sobre el enamoramiento o sobre los sentimientos y amores imposibles. Yo quería mostrar la insatisfacción que produce la convivencia entre las parejas".
Fernández Armero se mostró sorprendido ante la impresión de cierta parte del público de que habían asistido a un final feliz. "Es un falso final feliz. Ninguno de los personajes y, concretamente, el protagonista Pablo nunca está satisfecho con su relación con Lucía y, sin embargo, termina cada oveja con su pareja. Esto es lo que yo encuentro aniquilador. Nadie cumple al final con sus deseos y sus sueños del principio".
Aunque confesó no ser muy asiduo del cine español -"Me quedo con Buñuel, Bigas Luna y Berlanga"-, reconoció alguna influencia cinematográfica de la nueva generación de jóvenes cineastas vascos, a los que halagó, sin nombrarlos, por el ritmo y dinamismo que han imprimido a su cine. A su lado, Coque Malla, hijo del director teatral Gerardo Malla, no tuvo reparos en reconocer la satisfacción que le pro duce tener claro que es lo que quiere en la vida. Malla señaló las dificultades de enfrentarse a un personaje por la cercanía con su carácter. "Al principio creí que me iba a resultar más fácil porque era muy cercano a mí, pero en realidad me ha resultado tremendamente complicado, ya que la interpretación no implica el parecido con la realidad sino todo lo contrario. Se sufre mucho más con el cine, pero quizás luego se disfruta más".
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