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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Bonito de etiqueta

EL BONITO capturado con las artes de pesca tradicionales que usa la flota española será diferenciado con una etiqueta verde y azul para favorecer su consumo. Esta iniciativa, surgida del Gobierno vasco y ahora convertida en borrador de orden ministerial para su inmediata aplicación, ha sido acogida con moderado entusiasmo por los pescadores y el resto de las comunidades autónomas de la cornisa cantábrica. Aunque siempre han solicitado un rasgo de identificación para su producto, de mayor calidad que el capturado con volantas, no quieren que la acción del Gobierno central se pare aquí. Exigen- una solución definitiva a un problema que no ha aliviado el acuerdo pesquero alcanzado el pasado julio entre España y Francia ante Bruselas, como demuestra la escalada de tensión que se ha producido en el caladero.Al igual que sucede con otros productos que se venden mejor por la etiqueta que diferencia su carácter ecológico o garantiza su procedencia, es de esperar que el uso del distintivo aumente el consumo de bonito del norte, aun siendo su precio entre un 10% y un 20% superior al importado. La medida, sin embargo, se ha quedado corta. Forzadas por la premura -la costera del bonito acaba en octubre-, las administraciones central y autonómicas han limitado el uso de las etiquetas al bonito fresco, y no al que se destina a la industria conservera. De las cerca de 18.000 toneladas que captura la flota del Cantábrico, unas 10.000 se comercializan como pescado fresco. El resto va para conserva. La iniciativa, por tanto, no resultará redonda hasta que se incluya a este sector.

Además, cabe el peligro de que su aplicación invite al pequeño comerciante a ampliar la diferencia de precios entre el bonito del norte y el importado apelando a la mayor calidad del primero. Sería deseable algún sistema de control desde que el pescado se distingue en alta mar o en los puertos con la etiqueta hasta que llega al consumidor final.

Son cuestiones técnicas pendientes de resolver para hacer más eficaz esta medida. La acogida favorable que ésta pueda tener en el sector no debe llevar a la complacencia al Gobierno. Su principal cometido en. esta guerra del bonito es defender ante Bruselas, con la contundencia que ha faltado hasta el momento, el cumplimiento de la normativa comunitaria que limita a 2,5 kilómetros la longitud de las redes y acabar con los abusos de sus socios europeos. Una normativa que está siendo burlada continuamente por los pescadores franceses, como muestra el hecho de que uno de sus buques fuera conducido a puerto, por su propia Armada, tras descubrir que faenaba con volantas ilegales. Pero no sólo los franceses, como se deduce de la iniciativa por parte de pescadores españoles que obligaron ayer a regresar a puerto a dos pesqueros de Ondárroa que también utilizaban redes ilegales. Iniciativa que no perjudica, sino todo lo contrario, la causa de los pescadores españoles.

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