Vergüenza

Mahmud Darwish, el gran poeta palestino, es el que más se ha aproximado a la clave del caso Rushdie: los locos de Dios quieren matar al autor de los Versículos Satánicos para probar que es uno de los suyos, que les pertenece en cuerpo y alma. Si Rushdie hubiera sido un escritor alemán o colombiano, el imam Jomeini jamás le hubiera sentenciado a muerte. Pero Rushdie, pese a su pasaporte británico, no es un occidental: es el hijo de una familia musulmana. Su pecado no es tanto la, blasfemia como la apostasía.Esa idea de que alguien es propiedad de la umma, la comunidad musulmana, sólo puede acentuarse en el caso de Taslima Nasrin. La autora de Lajja (Vergüenza) no es sólo hija de creyentes: es, además, una mujer. A los ojos de los locos de Dios, su crimen al escribir ese libro es aún más horrible que el de Rushdie. ¿Cómo osa una mujer musulmana defender a la minoría hindú de Bangladesh? ¿Cómo se atreve a postular la igualdad de los sexos? ¿Cómo puede decir que todas las religiones, la judía, la cristiana, la musulmana o la hindú, son iguales en su misoginia militante? A sus compatriotas integristas se les han fundido los plomos ante tales audacias: ellos querrían ver a Taslima calladita y con el purdah, el velo, bien puesto.

Hay que salvar a Taslima: nos lo exige el deber de injerencia humanitaria. Por encima del debido respeto a las soberanías nacionales y las especificidades culturales, no podemos consentir que se exterminen pueblos o se asesinen individuos. Taslima no es propiedad de la umma: sus dueños son ella misma o, en todo caso, la humanidad en su conjunto.

Sabemos que en este combate contamos con el decidido apoyo de muchos amigos árabes y musulmanes, y en primer lugar con el de decenas de escritores. Contamos con Tahar Ben Jelloun, para el que "sin libertad no hay creación, no hay vida, no hay belleza". Contamos también con Amin Maalouf, Edward Said, Mahmud Darwish, Emile Habibi y Naguib Mahfuz.

Y podemos abordar este combate sin enfrentamos al islam. Podemos incluso reivindicarlo. Durante siglos, la religión revelada a Mahoma pudo preciarse de ser la más liberal entre todas las monoteístas. Lo recordó Mahfuz en Para Rushdie. Cien intelectuales árabes y musulmanes a favor de la libertad de expresión: "El islam propugna la tolerancia: el Profeta fue tratado de loco y mentiroso en La Meca, pero no ordenó matar a ninguno de los que le difamaban".

Les decimos a los integristas, que los principales enemigos del islam son ellos. Los locos de Dios desfiguran el islam, lo convierten en una caricatura siniestra, de pesadilla.