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Entrevista:ELECCIONES AL PARLAMENTO EUROPEO

"El vigor de las democracias europeas se debilita

Lluís Bassets

Jacques Delors es un combatiente. Ya en la etapa final, pocos políticos se enzarzarían en un debate con los, ministros europeos de Economía, sus clásicos antagonistas en Bruselas, como él hizo el pasado lunes. Salió en defensa de la financiación mediante deuda pública de las grandes redes de transportes y de, telecomunicaciones que necesita el continente en los próximos años, ganándose de nuevo las iras de los más liberales.Tal como aseguró en la entrevista concedida en Bruselas conjuntamente a los corresponsales de La Repubblica, The Independent y EL PAÍS, Delors piensa "trabajar sin descanso y sin pensar en nada más hasta el último día" [de su mandato]. Los pocos meses que quedan hasta el relevo, en enero de 1995, no le permiten ser muy explícito en sus declaraciones, pero sí lo suficiente como para persistir en su imagen ascética de sacrificado e incansable trabajador y de predicador que clama, siempre con un punto de arrebato místico, en el desierto de la indiferencia y de la comodidad políticas.

Pregunta. ¿Hay campaña electoral realmente europea o es la suma de campañas nacionales?

Respuesta. Sólo puedo desear que se centre en los temas europeos. Esta campaña se celebra. cada cinco años y es una ocasión para hacer balance. Todos los candidatos deben preocuparse de hacer retroceder la abstención y actuar de forma que los ciudadanos manifiesten su interés por su futuro colectivo a través de un voto. La elección es simple, entre los partidarios de una Europa política que acepta compartir la soberanía cada vez que los países miembros tienen un interés común o bien los de una amplia zona de libre cambio sin alma y sin columna vertebral.

P. ¿Qué papel debe jugar el Parlamento Europeo (PE)?

R. El PE, durante los últimos 10 años, ha jugado un papel útil en el impulso de la construcción europea. Pero hace falta que el PE se haga conocer mejor por la opinión pública, eligiendo los temas de debate y seleccionando los conflictos con el Consejo de Ministros. No tiro piedras contra el PE que me ha apoyado durante estos 10 años, aunque al .principio era escéptico porque estaba un poco sorprendido por mi actitud, que juzgaba demasiado pragmática y poco ideológica. El PE será todavía más ¡inportante en los cinco proximos años, porque tiene mayores poderes y porque en 1996 hab rá una reforma institucional que decidirá la elección de la Europa que queremos.

P. ¿No será mejor olvidar esta legislatura, que no ha sido capaz de decir una palabra clara sobre la antigua Yugoslavia?

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R. Hay que ser más indulgente. Las dudas sobre Yugoslavia no hacen más que reflejar la dificultad del problema. Cuando observo su trabajo legislativo, han ayudado mucho a la realización del mercado interior y a las otras aplicaciones del Acta Unica, aunque no han podido hacer más visible su acción ante el ciudadano.

P. Deja una Europa muy distinta a la que se encontró, más a la derecha y con un partido que se proclama heredero del fascismo legitimado para gobernar en un país. ¿Le preocupa?

R. Como presidente de la Comisión me guardaré de intervenir en los asuntos internos de un Estado, y en lo -que concierne a lo que hará este Gobierno [el italiano] lo juzgaré por los hechos y no por ideas preconcebidas. Lo mas inquietante de Europa es que el vigor de nuestras democracias se debilita, y que hay una tendencia al repliegue sobre sí mismo y a un individualismo alocado. Los malos pastores están otra vez aquí, no únicamente en el Este de Europa. Yugoslavia es un ejemplo dramático con la ideología mostruosa de la limpieza étnica, pero además en todas partes comprobamos el auge del populismo y la difusión de un sentimiento de rechazo de los otros. Éste es el auténtico peligro que puede contaminar nuestras democracias. Es necesario regresar a los valores fundamentales que han conducido a la creación de Europa, y que eran ¡el respeto del otro y la comprensión mutua.

P. En sus enfrentamientos con el Consejo, ¿hay algo más que las acusaciones habituales al chivo expiatorio?

R. Hay más. Este tipo de debate se produce siempre. Yo no estoy aquí para desacelererar la marcha, sino para dar ejemplo, un pequeno ejemplo. Hasta el último día pienso trabajar sin descanso y sin pensar en nada más. Desde hace un tiempo los países no respetan ya las reglas comunitarias: el asunto de la aviación civil entre Francia y él Reino Unido, Alemania que cierra sus fronteras a las importaciones de carne de buey británica, los griegos que deciden un embargo contra Macedonia por su cuenta... Mi ofensiva, un poco brutal, estaba fundada en dos preocupaciones. Respecto a las grandes redes, cuya financiación se decidió en el Consejo Europeo de Bruselas [diciembre de 19931 conforme al Libro Blanco, he expresado mi temor de que en la cumbre de Corfú [en junio próximo] debamos explicar a la opinión pública que no hemos avanzado nada. No he planteado una querella dogmática sobre financiación pública o privada. En cuanto a la propuesta alemana [de realizar una auditoría sobre la legislación europea que obstaculiza la creación de empleo], pone en duda el esquema institucional comunitario y es una amenaza para el mercado interior. ¿No tenía la obligación de decirlo? A quienes dicen que soy socialista y estoy en contra de la desregulación hay que contestarles que es escandaloso. Yo propuse el objetivo del Mercado Unico, que es a la vez desregulación y armonización. ¿Quién ha propuesto que hay que desregular a toda prisa las telecomunicaciones si no queremos perder la carrera? Por favor, ahórrenme las simplificaciones. No serán las acusaciones ideológicas las que me desestabilizarán. Es mi deber decirlo y si el Consejo no está de acuerdo obecederé, pero no estaré callado.

P. ¿La Comisión ha fracasado así en su trabajo de pedagogo respecto a Europa?

R. Todos hemos fracasado, no únicamente la Comisión. No podemos dirigirnos a cada país con el mismo lenguaje. Lo esencial deben hacerlo los gobiernos y los diputados europeos. Lo que debería impregnar la campaña europea es el ambiente de familia. No se puede combinar el espíritu de la diplomacia tradicional, que consiste en arrancar lo más posible al otro, y el espíritu de familia que consiste en avanzar juntos.

P. ¿Será la Gran Europa uno de los temas de Corfú o quedará para más tarde?

R. En Corfú hablaremos sobre todo de economía, en el marco de la segunda fase de la Unión Económica y Monetaria, la revisión de cómo se está desarrollando el Libro Blanco sobre el desempleo y el balance de la aplicación del Tratado de la Unión Europea. No habrá un gran debate sobre el futuro de Europa. En cuanto a mis ideas, el problema número uno en el Este es la seguridad, exterior e interior. Si tuviera aún dos o tres años para actuar, estaría en situación de proponer un concepto de seguridad global para la Gran Europa. La cuestión previa es la reforma institucional, que se discutirá en 1996. No se puede funcionar entre 20 o 30 países con las actuales instituciones.

P. ¿Cómo deben funcionar entonces las instituciones europeas a partir de 1996?

R. Lo diré cuando mi palabra sea más libre. El año próximo seré un ciudadano con plena libertad de palabra y continuaré el combate para Europa. Entonces haré propuestas.-,Serán escuchadas? ¿Se puede ser escuchado como simple ciudadano? No soy propietario de una cadena de televisión ni de un gran periódico ni dirijo un gran partido político. Pero seguiré trabajando para Europa.

P. Las previsiones económicas que usted presentará en la cumbre europea de Corfú empiezan a ser optimistas en todo excepto en el desempleo.

R. La economía europea está a punto de salir de la crisis más grave desde los años treinta y lo hace sin sobrecalentamiento gracias a los méritos del Mercado único y a la política de competencia, que se han revelado grandes instrumentos para luchar contra la inflación. A pesar de eso, el desempleo constituye el mal europeo por excelencia

P. ¿Cree que se puede alcanzar la moneda única con este "mal europeo" en un nivel de casi el 25% como es el caso de España?

R. Si somos conscientes diremos sí a la moneda única, pero exigiremos una sociedad más homogénea y solidaria. Este será el tema central antes del fin de siglo.

P. ¿Y ahora la jubilación?

R. No. El ciudadano seguirá ocupándose de los asuntos de la ciudad. Pero conozco suficientemente la vida como para saber que cuando ya no se tiene el cargo la gente te olvida. Pero estoy perfectamente preparado, psicológica y espiritualmente.

P. ¿Está también disponible para lo que se1e pueda pedir?

R. No. Estoy en el límite de la fatiga absoluta. Puede usted preguntarlo a mis colaboradores.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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