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LA GRAN NOCHE DEL SÉPTIMO ARTE

"¡Sólo faltaba Induráin!"

La pasión española dejó atónitos a las celebridades de las butacas vecinas

Antonio Caño

Todos tenían miedo de haber quedado un poco paletos. Ya se sabe que los españoles no estamos aún acostumbrados a ganar tales distinciones por el mundo, y esto del Dorothy Chandler Pavillion, con sus estrellas, sus limusinas y sus trajes largos, la verdad es que impone bastante. Pero, en fin, era difícil contener la alegría cuando Anthony Hopkins sacó del sobre el nombre de Belle époque, y todos se pusieron a dar saltos y a gritar de alegría, entre las miradas más o menos sorprendidas de las butacas vecinas, que algo habrían oído sobre la pasión española. "¡Sólo faltaba Induráin!", dijo Gabino Diego.El que más miedo tenía a ese momento era el propio director, Fernando Trueba, que había llegado a desear perder para evitar el trance de subir al escenario y pronunciar las rituales palabras de agradecimiento en un inglés bastante apañado. Nada es improvisado en esta ceremonia, y las palabras de Trueba tampoco, pero sonaron espontáneas y sinceras. Sobre la tarima del teatro estaba en ese momento Antonio Banderas, que esperaba para anunciar el siguiente premio, y él fue el primero en abrazarse a Trueba y felicitarle por el éxito. Cuando, inmediatamente después, se le aproximó el mismísimo Clint Eastwood, el director español, un confesado mitómano, creyó tocar el cielo. "Ni en el mejor de los sueños podía haber imaginado que esto pasaría", confesó después Trueba.

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Cuando el triunfador de la noche llegó más tarde al hotel de Beverly Hills en el que le esperaban los demás responsables de la película y un grupo de una veintena de amigos, Trueba no se había recuperado todavía. Se abrazaba a unos y a otros un poco traspuesto, manifiestamente incapaz de hablar de tendencias del cine español, significado histórico de este triunfo y cosas por el estilo. En la comparecencia ante la prensa internacional que siguió al acontecimiento, Trueba dijo que se sentía como si se hubiese tomado un válium, y puedo jurar que se le notaba.

"Cuando lo vi allí arriba con su carita de niño me emocioné de verdad", contó una del trío de actrices de la película, Penélope Cruz, que fue también la única en sacar conclusiones de este festejo: "Esta película va a triunfar porque la gente está harta de sexo y violencia. Esto va a ayudar a que la gente se dé cuenta de que en España hay talento".

Fernán-Gómez, ausente

La verdad es cuando uno ve una estatuilla del Oscar ahí tan cerca, en las manos de un grupo de españoles muy jóvenes, se crea un ambiente algo irreal que nadie sabe describir muy bien. "¡Esto está tirao. Vienes, haces unas tonterías y te dan un Oscar!", decía Jorge Sanz. Faltó a la fiesta Fernando Fernán-Gómez, muy elogiado por la prensa norteamericana, que no pudo interrumpir su actual rodaje para poner un poco de veteranía a esta celebración. Los demás se las arreglaban, entre el cansancio y el dolor de pies, para contestar de la mejor manera a las clásicas preguntas de cómo te sentiste, creías que ibas a ganar o por qué han elegido esta película y no otra. La verdad es que Belle époque ganó porque es una bonita película y porque no se podía hacer lo que sugirió Trueba un día antes, que llamaran a Lorena Bobbitt para que partiera el premio en cinco partes. Y todos se sentían muy felices por ello.

El éxito de la mercadotecnia

Algo más serena, una de las invitadas a la fiesta, Victoria Abril, que está en Los Ángeles promocionando su última película, Jimmy Hollywood, resaltó que, por primera vez, un producto cinematográfico español ha sido suficientemente respaldado y promocionado en un mundo como éste, en el que, como sabe Steven Spielberg, la mercadotecnia trae la mitad del éxito. La otra mitad la tienen que poner los propios hombres y mujeres del cine con un producto que, como decía Abril, sepa hacer dividendos.Es de suponer que en las cabezas de varios de los triunfadores de la noche rondara la idea de venir de nuevo a Los Ángeles, pero no de paso, sino a quedarse, a trabajar aquí. Fernando Trueba dijo que estaría encantado de rodar en Estados Unidos, siempre que le ofrezcan un buen trabajo y un buen proyecto. No vendría, por ejemplo, para dirigir la segunda parte de Lo que el viento se llevó, pero sí dice que tiene guardadas un par de historias que tal vez podrían gustar a los productores de Hollywood.

Hay que esperar primero a ver cómo funciona Belle époque. Hay que tener en cuenta que un Oscar no es todo -que le pregunten a José Luis Garci, premiado en 1982-, y eso se nota cuando ves llegar al hotel a distintos personajes a pedir la llave de su habitación con un Oscar en la mano como el que lleva la chaqueta que le estorba. Tras el Oscar, la película tiene que gustar al público norteamericano. Belle époque apenas ha ganado hasta ahora en Estados Unidos 300.000 dólares, pero es esperanzador saber que en las dos últimas semanas su recaudación ha ascendido a un ritmo superior al 40%.

Pero, en fin, gran parte del trabajo está hecho. El productor, Andrés Vicente Gómez, ha defendido la película en Hollywood como un titán durante un mes. El ministerio ha pagado el viaje de toda la troupe, y todos juntos han contenido la oleada de cine asiático, que daba por descontado su triunfo en estos, los mejores ocars de muchos años.

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