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CINE 44ª BERLINALE

Vuelven la 'budomanía' y el refrito

El maestro Mario Monicelli se plagia a sí mismo en 'Queridos amigos'

Es conocido en todo Occidente el olfato exportador de Corea. Nos venden enlatadas algas, raíces, insectos. Y ahora que se han enterado de que lo consumimos, nos han traído, también en latas, una oferta de budismo. De eso va Hwaomkyung, dirigida por Chang Sun Woo, aportación desde la fuente asiática a la ola de budomanía abierta por Bertolucci. Y junto a esta ola de trivialización sacrílega, llegó el refrito.

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En Queridos amigos, Mario Monicelli, viejo maestro de la comedia italiana, se plagia a sí mismo. Otro tanto consigue la veterana húngara Martha Meszaros en El feto, mientras que la novata francesa Tonie Marshall entra a saco en todos los géneros para ofrecemos un guiso de autora titulado No muy católica, que es, un muestrario de plagios.Esta repentina epidemia de inventiva la redondearon el ruso Nikita Mijalkov, que en su documento familiar Anna no se priva de hablar del tópico de la Santa Madre Rusia; su compatriota Aleksandr Sokurov, que en Páginas escondidas colecciona incontables refritos de Dostoievsk¡, Gogol, Gorki, Ostrovski y otros clásicos decimonónicos rusos; y finalmente la propia organización de la Berlinale, que si comenzó haciéndonos tragar la corruptela de inaugurar un festival que se presume de películas inéditas con una ya comercial¡zada, precisamente Pequeño Buda, ahora, a media programación, se plagia a sí misma y pone en el escaparate principal a otra obra ya en pleno consumo: Tierras de penumbra.

Todo el mundo, desde los medios de comunicación hasta los tenderetes del mercado, se hace aquí cábala de por qué, o cambio de qué, un festival de tan alto prestigio erosiona su imagen con estos dos descarados ejercicios de refrito y de favoritismo hacia dos producciones británicas comercializadas y realizadas con apoyo financiero conjunto europeo y norteamericano.

Cuando, hace unos días, el jefazo de Hollywood Jack Valenti vino aquí a fumar la pipa de la paz dijo -nuevo plagio: lo dijo antes Martin Luther King- que "había tenido un sueño". Su sueño es hacer una película producida al alimón por americanos y europeos, dirigida por un inglés, rodada en España, protagonizada por un actor egipcio y escrita por un ruso.

Mientras tanto, a Berlín han llegado los ministros de Cultura de la Unión Europea, para debatir y unificar posturas estatales y comunitarias frente a la nebulosa oferta de colaboración babélica hollywoodiense. Tal vez por eso se ha elegido como película que sirva de telón de fondo a Tierras de penumbra, en la que Debra Winger y Anthony Hopkins hacen maravillas con un guión elegante y de soberbio trenzado literario, mientras detrás de la cámara sir Richard Attenborough, como de costumbre, se las pone difíciles con su torpeza para crear imágenes, su falta de sentido del ritmo interior de la secuencia y su miopía crónica en la dirección de actores.

Con este fondo, el autoplagio de Mario Monicelli en Queridos amigos resulta coherente y benigno. Su película se ve bien, pero ya la vimos hace muchos años: es un refrito a partes iguales de las maravillas de Todos a casa, que dirigió su colega Luigi Comencini, y Rufufú, que dirigió él mismo. Y con la contribución coreana a la budomanía ocurre otro tanto: atempera su oportunismo comercial el que esté muy bien hecha y sea espíritu budista de pura cepa el que inspira y anima su extraño poema. Es decir, todo lo contrario del penoso seudobudismo de turista del espíritu que el globito hinchado de Bertolucci hace volar en un Pequeño Buda solamente pequeño.

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