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EL LICEO, EN RUINAS

La rehabilitación se debate entre las normativas y la fidelidad histórica

La reconstrucción del Liceo será una obra arquitectónica que centrará la atención de los barceloneses en los próximos tiempos. Además de propiciar un delicadísimo debate entre arquitectos, la restauración del teatro incendiado el lunes tendrá elementos de forcejeo con los imperativos técnicos, la reproducción de materiales y artesanías antiguas, y el deseo imposible de recuperar lo definitivamente perdido.La reconstrucción del Liceo es técnicamente posible. La restitución exacta del teatro es altamente improbable. El coliseo incendiado era un edificio antiguo, realizado según unas normas constructivas y con unas técnicas y materiales a años luz de lo que es habitual hoy.

Es casi seguro que los restauradores del Liceo se plantearán arreglar las deficiencias del antiguo teatro. Ya que hay que partir de la destrucción total, ¿por qué no aprovechar para hacer más ancho los pasillos y seguras las salidas de emergencia o suprimir los materiales inflamables?

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Fidelidad o alto riesgo

Muchas de esas medidas, además, son obligatorias según las normativas de construcción.Éstas estipulan distancias máximas para los recorridos de emergencia, anchuras mínimas de pasillos y escaleras, materiales ignífugos, puertas estancas para aislar posibles incendios y sistemas de iluminación y climatización homologados. Cualquier solución que cumpla las normas se aparta de la fidelidad al original, y una reconstrucción exacta daría un edificio de alto riesgo.

El único lugar del teatro en el que el incendio puede haber facilitado la tarea de los restauradores es el escenario y sus equipamientos, necesitados de una urgente actualización.

El Liceo tal como era es producto irrepetible de una época. Era el momento culminante de las artesanías en Cataluña y ello no sólo puede comprobarse en el Liceo, sino en casi todos los edificios representativos de la Barcelona ochocentista y modernista.

Hoy en día, muchas artesanías han desaparecido o se han convertido en suntuosas por su coste. Es cierto que las modernas tecnologías permiten reproducir, incluso abaratándolas, algunas de esas técnicas. Pero ¿tiene sentido recrear a finales del siglo XX unos métodos y materiales de mediados del siglo XIX?

Y llegamos al tercer ámbito de la reconstrucción del teatro, lo perdido para siempre. Por muy fiel, costosa y llena de mimo que sea la reconstrucción del Liceo, queda el hecho de que el teatro incendiado era auténtico. El hálito de la história es imposible de restituir. Así, una reconstrucción absolutamente fiel del Liceo nos dará, en el mejor de los casos un sucedáneo de lo que el fuego se llevó.

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