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Tribuna:UN TEATRO EN LLAMAS
Tribuna
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"Lo reconstruiremos"

"Ho reconstru¡rem": Lo reconstruiremos. Eso dijo la burguesía catalana cuando en 1861, apenas 14 años después de su inauguración, vio cómo el fuego se llevaba por delante las ilusiones de varias generaciones. Tardó esa burguesía un tiempo récord en cumplir su promesa: apenas un año. Hizo las mil trampas financieras, como ya había hecho cuando construyó el primer edificio. Consiguió articular un vasto . movimiento ciudadano en el que muy posiblemente participaron gentes a quienes la ópera les traía al pairo. Pero en un año la ciudad volvió a sus idolatrados Bellini y Donizetti. Evidentemente, aquellos patronos no estaban dispuestos a dejarse escapar el tren de la gran cultura europea."Ho reconstruirem", decía ayer Jordi Pujol con rostro severo. Hablaba aquel Pujol que sabe asumir, en los momentos más difíciles y en apenas dos palabras, el peso de la historia. No hace falta decir que entre una y otra determinación, la de 1861 y la de 1994, hay una diferencia fundamental: la primera provenía de una clase social que poco después pagaría, sin entenderlas, obras como la Sagrada Familia y el parque Güell. La segunda es, en cambio, de corte institucional: los nietos de aquella burguesía chiflada han perdido su papel histórico y han sido relevados por los poderes públicos. Ellos deben ser hoy los garantes de la rehabilitación.

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"Ho reconstruirem". Hasta 1980, este teatro que ya no es funcionó aún con las formas, ciertamente obsoletas, de lo que había sido. Ahí estaba Lluís Portabella dando relevo al empresario Antoni Pàmias, los dos sin subvención alguna; los dos consiguiendo, noche a noche, el milagro: que el telón se alzara temporada sí, temporada también. Los espectáculos podían ser de mejor o peor calidad, pero ahí estaban, y el hecho de que pudieran ser criticados era el mejor signo de vitalidad artística.

"Ho reconstruirem". En 1980 se constituyó el consorcio público que rige el teatro y en 1984 ingresó en él el Ministerio de Cultura. El hecho provocó una nueva polémica surrealista, una más de las muchas que han adornado Barcelona: la de la supuesta pérdida de catalanidad de la institución, una catalanidad que había que defender, al parecer, con los nombres de Verdi, Wagner, Bellini y Puccini por delante. Hoy, el ministerio es el que paga más que nadie: el 37,5% del presupuesto de las temporada (más de 4.000 millones de pesetas). Le siguen la Generalitat (32,5%), el Ayuntamiento (20%) y la Diputación de Barcelona (10%). Y la catalanidad se encuentra la mar de bien, a Dios gracias.

"Ho recon struirem". El Liceo ha sido el teatro de ópera de España por excelencia, el único que ha mantenido una temporada estable. Lo recordaba el director general, Josep Caminal, el pasado diciembre cuando firmó con Televisión Española un convenio para retransmitir algunos títulos de la actual temporada. La capitalidad lírica de este país pertenece por derecho propio á Barcelona, y bueno es que un ente público como la televisión sepa verlo y reproducirlo.

"Ho reconstruirem". Hará falta ver cómo y cuándo. Y no dejarán de surgir voces críticas que se preguntarán por qué hay que hacerlo, ante los muchos ceros que se darán cita en el presupuesto y en unos tiempos tan restrictivos como los que nos atenazan. Pero dos siglos de ópera no pueden quedar sepultados bajo las cenizas de su propio pasado. Ni la ciudad ni la cultura podrían soportarlo. Por imperativo histórico, "ho reconstruirem".

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