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Un paso corto, pero decisivo

Las nuevas medidas se apuntan como un paso intermedio por parte del Ministerio de Cultura hacia una situación de claro compromiso con los productores. Hasta el momento, la situación de la industria del cine en España venía a demostrar el peso específico del director como principal motor de cualquier proyecto cinematográfico. Según los datos de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas con respecto al año 1993, el 52 % de las producciones españoles se derivan de la iniciativa director, el cual, por si fuera poco, en un 14 % de los casos también actúa como productor de la cinta. De esta forma, se demuestra que los productores independientes de nuestro país son, por regla general, los propios cineastas.En principio, quienes pierden -por ahora- son los nuevos realizadores, que no ven cumplido su deseo de contar con un fondo de ayuda para directores noveles. Por lo demás, todos ganan. Al fin y al cabo, y aquí está la madre del cordero, el problema, no es tanto los distintos nombres que reciban dichos fondos como la cantidad de las subvenciones al cine español, raquíticas e insuficientes para superar la crisis de un sector que merece más y más lógicas ayudas.

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Para la primera convocatoria de subvenciones, prevista para el mes de febrero, el Ministerio de Cultura concederá 1.100 millones de pesetas en concepto de subvenciones anticipadas, pero deja en 700 millones las ayudas a la importante novedad contemplada: los proyectos triples, que las productoras deberán acometer en un plazo máximo de dos años. Esto supone que ni siquiera podrían aprobarse cuatro de estos proyectos de tres películas (los doce títulos necesitarían un total de 720 millones de pesetas).

Sea como fuere, este primer paso supone un reconocimiento del papel del productor, sobre todo de los grandes productores, con una evidente y necesaria apuesta por criterios comerciales. La medida también asegura una cierta continuidad de producción, necesaria para mantener viva la maquinaria del cine español y puede suponer un giro estructural, con la asunción de proyectos de bajo presupuesto. Esta medida, aunque escasa, puede servir para formar industria.

No quedan claras las garantías que ha de ofrecer cada candidato, ni se arriesga -como pide algún productor-, a la solicitud del control de los costes de producción (alguna película española puede costar menos de lo que ha recibido en concepto de ayudas), pero está claro que ciertos aspectos irán mejorando a medida que otros profesionales se sumen a las reuniones y mesas de trabajo con el Ministerio.

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