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Reportaje:

Incubadoras de carne y hueso

Un hospital colombiano reemplaza lo artificial por el estrecho contacto con la madre o el padre

Los fines de semana el teléfono particular de la médica francesa Natalie Charpak, en el barrio Chapinero de Bogotá, no cesa de sonar. "El bebé parece molesto"; "creo que el jugo de guayaba no le gusta"; "doctora, el niño no quiere chupar cuando lo amamanto, ¿qué hago?". Éstas son algunas de las dudas que le consultan las madres de los niños prematuros inscritos en el Plan Canguro de la Clínica del Niño de Bogotá, dependiente de la Seguridad Social Social colombiana.

Charpak, hija del premio Nobel de Física de 1992 Georges Charpak, la doctora Zita Calume y un equipo de dos enfermeras, una psicóloga y una trabajadora social atienden diariamente, en la Clínica del Niño, a un grupo de 350 niños prematuros en contacto con sus madres las 24 horas del día.

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Prematuros de feria

Peso normal

La técnica del contacto piel-piel entre madre e hijo durante las 24 horas del día, en lugar de la aséptica incubadora hasta que el bébe prematuro recupera su peso normal, se aplica en varios países de América Latina y Europa. En Colombia el programa Madre Canguro fue ideado, hace 15 años, por los médicos colombianos Edgar Rey y Héctor Martínez, del Hospital Materno Infantil de Bogotá, el centro público que atiende a los sectores más pobres de la capital colombiana, con un promedio anual de 30.000 partos, uno de los mayores índices mundiales. Hasta ahora, han pasado por este programa 13.000 niños colombianos.El objetivo era prolongar la relación íntima entre la madre y su hijo prematuro para facilitar su adaptación a la vida extrauterina precipitada por un parto anterior a los nueve meses de gestación. "Se trata de una gran tecnología que el sur le puede aportar al norte para una ciencia sin fronteras", asegura Natalie Charpak, que se instaló en Colombia hace siete años.

Ernesto Calderón es teniente retirado del Ejército y ahora trabaja como escolta privado. Desde hace 15 días, cuando nació su cuarta hija, Carolina, en un parto prematuro tras siete meses y medio de gestación, reemplaza todas las noches a su esposa, Carolina Pelayo, en la atención de la pequeña. Acomoda unos cojines, en su cama' para no quedar en posición horizontal y duerme con la niña pegada al pecho para transmitirle calor y afecto. Durante el día, la madre, que trabaja en una microempresa doméstica de derivados del plátano, carga a su hijita constantemente y la amamanta. "Hay algunas limitaciones, pero no son muchas. Yo puedo cocinar y hacer la mayoría de labores de la casa con la niña pegada", explica. Los Calderón son una familia canguro.

La idea de la experiencia colombiana es que nadie mejor que la misma madre puede suplir el tiempo que requiere el niño para completar su desarrollo: el contacto con la madre regula su temperatura y ésta le alimenta y estimula en el ambiente más parecido al que tenía dentro del útero. La posición semisentada en la que debe permanecer el bebé con su madre, previene en aquel, además, trastornos respiratorios.

Será el mismo niño el que indique cuándo está listo para dejar de ser una criatura canguro: se descolocará y llorará cada vez que su madre intente Ponerle de nuevo en posición semisentada. Después de mudarlo de pañal, extenderá los brazos y las piernas. El papel de canguro puede también desempeñarlo cualquier adulto sano cercano al niño, como su padre, su abuela o una tía. Las ventajas de esta experiencia no son, sólo estrictamente médicas, sino también afectivas desde el punto de vista de la relación del niño con su entorno familiar.

Estudio comparativo

El entusiasmo de Natalie Charpak por los buenos resultados vistos en Colombia al suplir la incubadora por el contacto piel con piel contagiaron también a su padre, Georges Charpak, y a su hermano, Yves, bioestadístico. Ambos han diseñado un programa, financiado por el Instituto de los Seguros Sociales de Colombia y World Laboratory, una organización no Gubernamental de Lausana (Suiza), para estudiar, durante dos años (con un seguimiento hasta el primer año de vida de cada niño), las ventajas para el desarrollo del niño-canguro frente al niño-incubadora, confrontando dos grupos de procedencia y ambiente social similar (todos hijos de padres con Seguridad Social), y no de niveles económicos diferentes.

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