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El presidente Salinas afirma que mantendrá la misma política económica y pide serenidad

México respiró por fin tranquilo cuando, se supo que el Tratado de Libre Comercio (TLC) de América del Norte había superado la difícil prueba de la Cámara de Representantes de Estados Unidos. La reacción fue inmediata: el presidente Carlos Salinas de Gortari hizo una declaración oficial al país, en la que calificó lo ocurrido como "un rechazo a las visiones proteccionistas% anunció que mantendrá el mismo rumbo económico y pidió a los sectores interesados que no desborden su optimismo. La respuesta a la aprobación del TLC ha sido enorme.

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No se tiraron las campanas al vuelo, pero sí hubo un gran regocijo, especialmente porque horas antes de la votación aún no se sabía la suerte del acuerdo, que de haber sido negativa hubiera supuesto una catástrofe para este país latinoamericano. No en vano, pese a que oficialmente se insiste en que el tratado es un instrumento adicional de la política económica mexicana, las grandes reformas de los últimos años fueron en todo momento diseñadas pensando en este objetivo. El TLC puede suponer para los próximos seis años un crecimiento de las exportaciones mexicanas a Estados Unidos de 30.000 millones de dólares, lo que nivelará la balanza comercial, hoy favorable al vecino del norte.En su declaración, Salinas advirtió que no habrá modificaciones ni en política económica ni en política social. "México despierta interés en las diversas regiones del Planeta y vamos a aprovecharlo", dijo.

El presidente mexicano sostuvo que del TLC no se debe esperar un efecto inmediato, ya que su aplicación será gradual en los próximos 15 años. Ello permitirá, en opinión de Salinas, un tiempo necesario y amplio a los sectores que más lo necesitan para modernizarse.

Alusión a Perot

"Además de un paso final, lo ocurrido en Washington supone un rechazo a las visiones proteccionistas que promueven el temor a la competencia y se cierran a la visión de futuro", indicó Salinas en referencia al multimillonario tejano Ross Perot, la bestia negra de este tratado que levantó la crispación de los mexicanos.

Otra de las personas que mostraban su satisfacción era el secretario de Comercio, Jaime Serra Puche, artífice de las negociaciones. Serra advirtió instantes después de conocer el resultado que la negociación está absolutamente terminada y no habrá ningún tipo de renegociación más sobre el TLC al que calificó de instrumento a largo plazo.

El secretario de Comercio informó que antes de que el TLC y sus acuerdos paralelos (trabajo y medioambiente) entren en vigor, lo que se pretende mantener para el 1 de enero de 1994, Canadá, cuya ratificación parlamentaria se produjo meses atrás, deberá promulgar el acuerdo oficialmente, trámite que consiste solamente en publicarlo en su diario oficial. También los Senados de Estados Unidos, donde existe una mayoría favorable al TLC, y de México, en manos del gobernante PRI, deberán ratificar en breve el acuerdo.

El aplauso al TLC se extendió asimismo a la patronal, cuyo presidente, Antonio Sánchez Díaz de Rivera, dijo que el acuerdo "es muestra de la confianza que la sociedad y el Gobierno mexicano han generado como país". La Confederación de Trabajadores de México (CTM), el sindicato más importante del país, mostró también su satisfacción. El dirigente Roberto Castellano señaló que la clase obrera va a salir beneficiada con mayor empleo y con mayor salario, aunque reveló que se deberán de redoblar esfuerzos para conseguir competitividad. En este sentido puso como ejemplo a la industria textil, que en el primer año de TLC deberá eliminar barreras hasta un 80%.

El único que planteó matices al acuerdo trilateral fue también el líder opositor Cuauhtemoc Cárdenas, hijo del presidente Lázaro Cárdenas, el hombre que nacionalizó el petróleo en México. Este, único candidato de peso hasta el momento para las presidenciales del año próximo, dijo que el TLC "no es suficiente ni es el mejor instrumento" para mantener una relación equitativa con EE UU, y advirtió que, tal como los ha previsto el Gobierno, este acuerdo traerá "serios daños al país". Cárdenas piensa que el TLC subordina la soberanía mexicana.

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