El TLC llega al Congreso de Estados Unidos sin la garantía de ser aprobado
El presidente norteamericano, Bill Clinton, pretende tomar la aprobación en el Congreso del Tratado de Libre Comercio (TLC) como bandera en su cruzada por la plena competencia en todos los mercados internacionales y como plataforma para consolidar el liderazgo económico de Estados Unidos en el etapa de la post Guerra Fría. "Esta es una oportunidad en la que estamos decidiendo entre quedamos estancados en la economía del pasado o abrazar la economía del mañana" dijo Clinton mientras se votaba en la Cámara de Representantes el acuerdo con México y Canadá que creará el mayor libre mercado del mundo.
Bill Clinton apareció tranquilo y convencido de su victoria desde primera hora de esta histórica jornada. En la gorrita que usó para su jogging matinal iba grabada la leyenda: "TLC, nuestra economía, nuestro futuro". El presidente norteamericano se ha declarado confiado en la victoria, aunque advirtió que ningún triunfo se puede dar por seguro hasta que se lleva a cabo la votación.En su intensísima campaña de las últimas semanas, Clinton parecía haber conseguido in extremis el respaldo de los 218 miembros de la Cámara de Representantes que son necesarios para sacar adelante el proyecto. Hace tan sólo dos días las previsiones eran todavía favorables al no.
Un factor fundamental en ese cambio de orientación ha sido la actitud de la mayoría de los 23 representantes del Estado de Florida, que se decidieron por el voto afirmativo después de haber arrancado al Gobierno norteamericano y a México una reforma del tratado para defender los productos cítricos, esenciales para la economía de ese Estado.
Otros diputados de regiones en las que es importante la producción de productos cárnicos consiguieron también garantías de parte de Washington y México de que este país no será utilizado como vía de penetración en el mercado norteamericano de la carne de Australia o Nueva Zelanda.
Gracias a estas y otras negociaciones de detalles comerciales, 24 horas antes de la votación 15 representantes anunciaron su respaldo final al presidente, lo que parecía suficiente para superar la desventaja que la Casa Blanca tenía hasta ese momento.
Una de las razones esgrimidas por algunos diputados demócratas que cambiaron a última hora su voto fue la de no arruinar la presidencia de su compañero de partido antes de cumplirse un año de su gestión. El debate sobre el TLC había alcanzado tal trascendencia que, de ser derrotado, al presidente Clinton le sería muy dificil recuperar su autoridad entre su propio partido y entre los ciudadanos.
Los detractores del tratado mantuvieron abiertas sus posibilidades de éxito hasta el último momento. El líder de la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes, Richard Gephardt, sostuvo desde el comienzo del debate parlamentario que, pese a los apoyos conseguidos a última hora por el presidente, los diputados opuestos al TLC eran todavía mayoría.
El jefe de Gabinete de la Casa Blanca, Thomas McLarty, dijo en la mañana de ayer que el Gobierno estaría en contacto directo con los congresistas a lo largo de todo el día, y que trataría de influir en el voto de los diputados todavía indecisos hasta el instante mismo en que tuvieran que pronunciarse. La votación estaba prevista en cualquier momento después de las dos de la mañana del jueves (hora peninsular española), cuando esta edición estaba ya cerrada.
El TLC tiene que ser sometido después a votación en el Senado, así como en los Parlamentos de México y Canadá, pero en ninguno de esos foros son previsibles dificultades para su ratificación.
Una de las consecuencias que la discusión cobre el TLC puede dejar dentro de la política norteamericana es la brecha abierta dentro del Partido Demócrata. Más grave aún es la ruptura entre Clinton y los sindicatos, una fuerza que históricamente es decisiva -por su apoyo financiero e institucional, más que por su poder real entre los trabajadores- en la elección de los presidentes demócratas.
Bill Clinton se ha arriesgado a padecer todas esas amenazas a cambio de un tratado con el que confía acelerar el crecimiento de la economía de Estados Unidos. Los expertos advierten, no obstante, que los efectos del TLC serán en este país más políticos y simbólicos que puramente económicos. La economía mexicana representa apenas un 4% del total de la norteamericana, y, aunque sus perspectivas son de crecimiento, pasará tiempo hasta que se convierta en un mercado realmente interesante para los exportadores estadounidenses. El TLC deja, sin embargo, colocado a EE UU en posición privilegiada para tomar control sobre el futuro de la economía mexicana y, por añadidura, de toda la economía latinoamericana.
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