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Una apuesta ambiciosa

A partir del próximo 1 de enero, Estados Unidos, Canadá y México podrían conformar la mayor área de libre comercio del mundo. El tratado supone la libre circulación de la mayoría de bienes, servicios, inversiones y divisas entre los tres países.Sin embargo, el TLC no prevé ninguna institución común entre sus miembros, al contrario que la Comunidad Europea. De igual modo, no existe una política de compensación regional comparable a los Fondos de Cohesión de la CE.

El TLC permite que un miembro suba temporalmente sus aranceles en caso de que vea amenazada su balanza comercial por importaciones de los otros dos Estados. Igualmente, cualquier país puede abandonarlo avisando con seis meses de antelación. La apuesta es ambiciosa. La mayoría de las tarifas agrícolas entre EE UU y México se eliminarán inmediatamente, excepto un 6% aplicado al maíz, el azúcar y algunas frutas y verduras; se prevé la supresión de tarifas para automóviles y productos textiles en 10 años; México eliminará las trabas a la inversión financiera de Estados Unidos y Canadá antes del 2007, y cualquier camión norteamericano podrá circular libremente a partir del año 2000.

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El TLC mismo y sus acuerdos colaterales obligan a México a un importante esfuerzo de modernización en temas que tradicionalmente ha descuidado, como medio ambiente, trabajo infantil, salud, salario mínimo y seguridad en el trabajo, para ponerse al nivel de sus socios más desarrollados.

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