Tristeza en Euskadi
Debido a la buena política del Gobierno vasco en materia cinematográfica, de todas las películas realizadas en las diferentes autonomías españolas, las rodadas en Euskadi son las que tienen una mayor personalidad propia, unas profundas raíces que las conectan con las costumbres y los problemas de su tierra. Ésto hace que, incluso la producción tan bién intencionada como tímida que es Los años oscuros, no sólo se haya podido rodar, sino que tenga una fuerza que la mantiene en pie.Los años oscuros carece de estructura dramática propiamente dicha, no cuenta prácticamente nada, tan sólo reconstruye algunos mínimos recuerdos de la niñez de la directora y guionista Arantxa Lazcano en el pueblo de Zumaya, en 1958. Situada entre la represión del colegio de monjas donde estudia y la de unos padres nacionalistas derrotados y asustados, la jovencísima Iciar, la protagonista, vive en un mundo de tristeza del que sólo consigue. salir en sus relaciones con sus amigas.
Urte llunak
Directora y guionista: Arantxa Lazcano. Fotografía: Flavio Martínez. Música: Iñaki Salvador. España, 1993. Intérpretes: Eider Amilibia, Garazi Elorza, Carlos Panera, Klara Badiola, Amaya Basurto. Estreno en Madrid: Renoir.
El principal defecto de Los años oscuros es que queda demasiado atrapada en esa visión de la tristeza existente en Euskadi durante la posguerra; dada a través de los ojos de una nifia., no la traspasa, es incapaz de desarrollarla en alguna dirección. De manera que el resultado es una sucesión de escenas, que igual podían estar ordenadas de una forma que de otra, donde Arantxa Lazcano, como si se tratase de una serie de tableaux vivants, reconstruye algunos momentos de su infancia, el colegio, la casa paterna, los juegos con las amigas en la playa, las sesiones de cine, la visita a la casa de un muerto, etcétera.
En la medida que se ha lanzado a una empresa tan arriesgada como reconstruir su infancia en los años cincuenta a cuerpo descubierto, sin casi ningún tipo de apoyo, en una película además bilingüe, hablada en castellano y en euskera; pero es incapaz de crear una sólida estructura, una mínima argucia dramática donde apoyarla, de convertir lo anecdótico en drama.
Sin embargo, cuenta con dos buenas cosas a su favor. En primer lugar, logra una gran fuerza para dotar de vida a sus recuerdos, y luego resulta ser una buena directora de actores, con la matización de que las múltiples niñas que intervienen, desde la protagonista, Eider Amilibia, hasta todas, están mucho mejor que los adultos.
Sin olvidar que además está respaldada por una excelente fotografía de Flavio Martínez, que sabe recrear con perfección la tristeza que impregna el relato.
Babelia
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