Debate en EE UU sobre la intervención en Haití
El acelerado deterioro de la situación en Haití, donde la colonia norteamericana puede verse pronto amenazada por los grupos controlados por el régimen golpista de Raoul Cédras, favorece la posibilidad de que Estados Unidos utilice la fuerza en aquel país del Caribe para restaurar la democracia y al presidente Jean-Bertrand Aristide. Ante esa eventualidad, el jefe de la oposición republicana, Robert Dole, ha anunciado que presentará una propuesta al Senado para impedir una intervención militar en Haití sin previa consulta a los congresistas.
Funcionarios norteamericanos insistieron ayer en que el Gobierno analiza los acontecimientos "sin descartar ninguna posibilidad". El Departamento de Estado estudia alternativas legales para bloquear la iniciativa de Dole y dejar vía libre a una intervención si fuese necesario.El secretario de Estado, Warren Christopher, dijo ayer que la propuesta del líder republicano en el Senado "trata de obstaculizar el poder del presidente para actuar rápidamente en defensa de Estados Unidos". En contra de la opinión de Dole, Christopher aseguró que sí hay intereses norteamericanos en juego en Haití, como es la necesidad de evitar una ola de refugiados haitianos, así como la protección de las vidas del millar de ciudadanos estadounidenses y las 8.000 personas con doble nacionalidad que actualmente residen en Haití.
Analistas norteamericanos encuentran semejanza entre la actual situación en Haití y la de Panamá antes de la invasión norteamericana. Como en Haití, en Panamá también gobernaba en 1989 un general que se negaba a entregar el poder a los civiles que lo habían conquistado en las urnas. En Panamá, la invasión fue precedida de la muerte de un ciudadano norteamericano.
Efecto de las sanciones
El propio presidente Bill Clinton no quiso ayer descartar la posibilidad de una intervención militar si las sanciones impuestas por la ONU no consiguen doblegar a los militares haitinos. Al ser preguntado sobre esa posibilidad en una conferencia con emisoras de radio, Clinton afirmó: "Sería un error que yo discutiese ahora los pasos que podemos o no podemos dar. Creo que lo que hay que hacer ahora es dar tiempo para comprobar si las sanciones funcionan". Clinton se ha comprometido personalmente en la restauración de Aristide, quien es reconocido en Washington como el presidente legítimo de Haití. En una entrevista publicada el pasado domingo por The Washington Post, el presidente norteamericano mencionaba como una responsabilidad de EE UU "restaurar la democracia en Haití" para evitar "el derrumbamiento total" de ese país. Dole considera, sin embargo, que el apoyo a Aristide "no merece una sola vida norteamericana".
La intervención ha sido también rechazada por personalidades de anteriores Gobiernos, como Brent Scowcroft y Heriry Kissinger, quienes han expresado dudas de la estabilidad mental de Aristide. La embajadora en las Naciones Un¡das, Madeleine Albright, ha respondido que Aristide fue elegido por los haitianos en 1990 y que ella no ha observado ningún detalle que le haga sospechar de su cordura.
El presidente haitiano en el exilio es un sacerdote católico enfrentado con la jerarquía de la Iglesia por sus inquietudes políticas de izquierda y su proximidad a la teología de la liberación. Durante la campaña electoral en la que ganó la presidencia llamaba la atención el tono un poco visionario que Aristide utilizaba en sus discursos.
Siempre fue considerado un producto atípico de la política haitiana, pero nunca se llegó a pensar que estaba loco. En los primeros meses del mandato de Aristide surgieron sospechas sobre su cordura, pero eso fue interpretado como una campaña de descrédito lanzada por los militares.
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