_
_
_
_

A la sombra del padre muerto

Francisco Regueiro recrea en 'Madregilda' la figura de Franco como padre simbólico de una época de horror y crueldad

En vísperas del pase de Madregilda en la selección oficial, su director, Francisco Regueiro, comentaba que aún le sorprende haber cobrado por hacer algo que le ha divertido tanto. Él y el guionista, Ángel Fernández Santos -con la complicidad de un gran plantel de actores encabezado por José Sacristán y Juan Echanove-, dan una sorprendente vuelta de tuerca al tema de Franco en el cine y en la vida. La película suena ya como candidata al palmarés.En estos términos define Regueiro su gestación: "Ángel y yo sólo hacemos lo que nos gusta, como dos viejos pistoleros solitarios o como dos adolescentes. El puro juego es fundamental para nosotros y si además tratamos de una época en la que sabíamos jugar mejor, pues excelente. Y si además tratamos de un "padre" que nos persigue a través de muchas películas, en forma de "padre nuestro", mejor.

Más información
Una visión demoledora

"Es el padre malvado, el ogro. Y no hacemos más que ir pelando esa cebolla e ir sacándole capas desde hace ya muchos años, y algún día tenía que tocar que esa cebolla llevara un gorro militar. Esta vez le costó mucho quedar encinta, tal vez porque ya somos mayores, pero llegó un día en que Ángel Fernández-Santos y yo quedamos perfectamente embarazados, y a partir de entonces la hemos gozado enormemente".

"Con una partida de mus", prosigue Regueiro, "que dura eternamente, haciendo de Millán Astray él, o yo, con unos envites, con ese. Longinos sin lanza (José Sacristán) que es un poco el protagonista de la película y que viene a ser el que representa todas las miserias de una época que fue muy larga".

"Esta época", prosigue Regueiro, "tiene una particularidad muy grande, que es nuestra infancia. Yo recuerdo que Juan García Hortelano contaba que fue en la guerra civil cuando se lo pasó mejor, y entonces resulta que es la época de mis juegos, de mis imaginaciones y de mis sueños. La película tiene una luz dorada, como homenaje a aquella luz de la infancia que era nuestra".

Pero no se confíen. "Al lado de eso", añade Regueiro, "estaba el ogro, oscilando todo entre el horror y la belleza, que nunca sabes en dónde está la frontera, y ése es el filo de esta película, que se balancea entre unas imágenes -muy bellas y el tufo del horror y de una crueldad muy grande".

Un regate a la historia

Por supuesto, todo con humor. Porque "yo desconfio de todo lo que no tiene humor". Le recuerdo que Franco no tenía el más mínimo. "Bueno, lo que hemos hecho nosotros es un hermoso regate a la historia: cada una de las frases que salen en la película está constatada, fueron pronunciadas por él y su gente, pero hay un quiebro en el cual todo eso toma un vuelo que no tiene la misma significación, de tal forma que Franco muere de un tiro, que fue el sueño de muchas gentes del continente, y resulta que estuvimos gobernados por un doble, que es la triste, jocosa y patética ironía, que estuvimos gobernados 40 años por un doble".

Y dice José Sacristán, que ahora vive a caballo entre nuestro país y la Argentina que tanto ama -con piso en San Telmo, qué envidia-: "Cuando me llegó el guión por primera vez, yo estaba en Buenos Aires, y me dejó contra la pared. Yo, que de un tiempo a esta parte puedo elegir, he tomado esta película como algo personal, y cuando tuve la suerte de obtener el personaje, comprendí que era uno de los pocos lujos que uno puede permitirse en la vida profesional".

"Es decir", añade el actor, "asumir un personaje que no sólo desde el punto de vista dramático o profesional tiene el interés que tiene, sino estar inmerso en una historia, contar lo que se cuenta en esta película. Un lujo. La película, muy de acuerdo con el mundo valleinclanesco de Regueiro, es una mirada inteligentísima y con los componentes justos para que, sin perder la perspectiva histórica, estemos viendo todo eso desde otra posición".

Para el actor, lo del "Franco que llevamos todos dentro", afirma que ahora es capaz de convivir perfectamente con esa parte de uno mismo marcada para siempre, al menos para un par de generaciones. "He pasado tanto tiempo luchando contra eso que ya me niego a seguir insistiendo en arrancármelo, porque sería paranoia. Creo haber crecido". Ahora que ya no hay árboles que le impidan ver el bosque, con ese tiempo largo que pasa en Buenos Aires, afirma Sacristán que su relación con este país ha mejorado mucho: "Desde allí veo las cosas mucho más claras; cuando vengo aquí lo quiero más y presumo, de conocerlo mucho mejor. Por otra parte, no se trata para nada de que me haya puesto fino y haya dicho pues ahora me voy. Pero también me gusta contarle a la gente de aquí que aquellos sudacas cuentan con unos actores, y unos directores, y unos escenógrafos, y, sobre todo, con un público dotado de una curiosidad que aquí siento mucho más amenazada. Y eso no me lo tiene que contar nadie, porque lo sé".

Diez años de vida

Juan Echanove que incorpora a Franco, no conoció al general, era muy niño: hoy tiene 32 años. "En este momento, la película supone una alegría muy grande, porque acabo de verla por primera vez y me ha gustado mucho. Cuando la rodé supuso un reto enorme, y el riesgo más grande desde que empecé a trabajar como actor. Y me siento muy satisfecho". Dice que el rodaje de ocho semanas -de ellas seis semanas nocturnas seguida

- fue muy duro. "Todo mi papel lo rodé de noche". No habiendo vivido el franquismo, explica Echanove de dónde se nutrió para su interpretación: "Como mis amigos son Juan Diego, José Luis García Sánchez y gente así, que me han robado diez años de vida, que por -ellos acabé en el PCE y en todas las movidas, pues ahí están, diez años de experiencia que me dieron a cambio de los de vida".

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_