El Festival de Cine de Gijón dedica un ciclo monográfico al sida

El sida protagoniza la 31ª Edición del Festival Internacional de Cine de Gijón, que ayer se inauguró en esta ciudad asturiana. Siete películas de cinco nacionalidades, que abordan desde distintas ópticas el drama de esta enfermedad, serán proyectadas fuera de concurso en la salas del festival como uno de los seis ciclos cinematográficos paralelos previstos este año. Además, se rendirá homenaje al diseñador asturiano Juan Botas, fallecido el año pasado en Nueva York, víctima de esta enfermedad, con el estreno de un documental que codirigió con Lucas Platt y en el que se abordan las relaciones entre enfermos de sida.En la sección oficial se proyectarán 30 películas, de las que concurren a concurso 13 largometrajes y 14 cortos, procedentes de Alemania, Rusia, Austria, Canadá, España, Finlandia, Holanda, Italia, Polonia, Reino Unido, Estados Unidos, Bélgica y Eslovenia. Se estrenarán el largometraje alemán Boomtown, de Christoph Sohrewe y el español Luciérnagas, de José Luis García.

En los ciclos paralelos, se pasarán otras 45 películas en las que se abordarán, además del sida, los 40 años de historia de la Filmoteca Nacional, la producción cinematográfica en tomo a los Beatles, una retrospectiva del realizador georgiano Otar Iosseliani y una muestra de cine sangriento. Una de las jornadas del festival servirá de homenaje, como cada año, a un personaje asturiano del mundo del cine, en esta ocasión al actor Narciso Ibáñez Menta.

El director artístico asturiano Gil Parrondo presidirá el jurado oficial, del que también formarán parte el guionista, escritor y director madrileño Juan Tebar, el realizador húngaro Janos Rozsa, el realizador francés Guy Hamilton y el actor británico Mark Ayres. Además, un jurado formado por 144 jóvenes, de edades comprendidas entre los 15 y los 23 años, otorgará sus propios premios.

El virus en imágenes

En el ciclo El sida, un virus a 24 imágenes por segundo, los gijoneses podrán asistir a la proyección de siete producciones cinematográficas: Un virus no conoce moral (1986), de la alemana Rosa Von Praunhe, que desdramatiza el sida en clave de comedia ácida; Una muerte en la familia (1986), de los neozelandeses Stewart Main y Peter Well, un hermoso relato de los últimos días de la vida de un enfermo de sida; Compañeros inseparables (1990), del norteamericano Norman René, que reconstruye una relación homosexual; el filme norteamericano Veneno (1991), de Todd Haynes, que cuenta tres historias con un nexo común: la violencia y el sexo; la coproducción italofrancesa Las noches salvajes (1992), testamento cinematográfico del polifacético Cyril Collard; Mentira (1992), del francés Francois Margolin; y Relatos de la habitación de Dolly y Madison (1993), documental norteamericano realizado por Juan Boitas y Lucas Poatt.