Los juristas se muestran cautelosos ante la influencia genética en la culpabilidad
La desconfianza crítica, ante la aportación que pueden hacer las técnicas genéticas a la determinación de la culpabilidad de una persona, fue la postura predominante entre los juristas que ayer discutieron este tema en las jornadas sobre derecho y genoma humano que se celebran en Bilbao.
Respecto al problema de la intimidad genética frente a las compañías de seguros, los expertos se inclinaron por proteger el derecho del individuo a no saber. "No creemos que el análisis de los genes vaya a hacer cambiar por ahora nuestra idea de la culpabilidad", dijo el penalista José María Stampa Braun, uno de los ponentes, quien aclaró que se trataba sobre todo de la posible predisposición genética a la delincuencia.El conocimiento biológico lleva tiempo abriendo puertas, señalaron los ponentes, pero la cautela sigue siendo predominante entre los juristas. Susana Huerta, letrada del Tribunal Constitucional, se mostró ligeramente más receptiva al reconocer que en el futuro pueden cambiar las cosas, especialmente respecto a los delitos sexuales, como ya han cambiado respecto a. la indicación eugenésica en casos de aborto o los trastornos psiquiátricos. El catedrático Ángel Torio sí se manifestó partidario de una aproximación del Derecho Penal a la ciencia frente a lo que denominó "el derecho ernotivo". Pero el especialista alemán Hans-Georg Koch dijo: "La influencia de la herencia y de las condiciones ambientales no privan al individuo de su libertad de decisión".
Casi todos compararon la situación actual con otros intentos deterministas de los últimos 100 años como los que relacionaban los rasgos físicos, el funcionamiento endocrino o la dotación cromosómica con una inclinación innata a la criminalidad.
Resistencia de los jueces
La tendencia, según Stampa Braun, es que los jueces, en los casos penales, tengan en cuenta todas las pruebas y se resistan a declarar culpable a una persona en base sólo, por ejemplo, a la identificación genética, cuando no da una certeza del 100%.Respecto al conflicto de intereses entre compañías aseguradoras y asegurados, el especialista en Derecho Mercantil Aurelio Menéndez recordó el derecho del individuo a la autodeterminación informativa, es decir, a no querer saber, por ejemplo, si es portador o no de una determinada enfermedad genética. En la práctica, sin embargo, esto no resulta fácil. Como recordó Menéndez, los españoles aceptan actualmente sin rechistar exhaustivos cuestionarios para hacerse un seguro de vida, así como el control médico e incluso la prueba del sida, por lo que en el futuro será imprescindible una ley que disipe las dudas y proteja el interés de los asegurados en preservar su intimidad genética frente a los extraños.
En el problema de las patentes, que ocupó otra de las sesiones, fueron claras las discrepancias entre los expertos estadounidenses, para quienes los genes son claramente patentables, y los europeos. Éstos últimos se inclinan por dejar fuera de las patentes a los elementos del cuerpo humano, incluidos los genes en su estado natural, aunque se puedan patentar copias idénticas obtenidas en laboratorio y con utilidad reconocida. "Los genes no constituyen la vida", afirmó el estadounidense John Craig. "Son elementos químicos, aunque esenciales para la vida, como lo es el agua".
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