El veneno del Komsomólest
Un capítulo aparte merece el submarino nuclear Komsomólest, hundido accidentalmente el 7 de abril de 1989 a una profundidad de 1.680 metros, a 300 millas de las costas de Noruega. Murieron 42 miembros de la tripulación. "El Komsomólest puede envenenar todo el Atlántico Norte", subrayó en una reciente comparecencia ante la prensa Alexéi Yáblokov, presidente de la comisión que elaboró el informe sobre los vertidos al mar.
El mayor peligro se deriva del plutonio con que están cargadas las dos cabezas nucleares de los misiles del submarino. Aunque algunas investigaciones apuntan ya una leve fuga de plutonio, el comienzo de fugas apreciables cabe esperarlo en 1995-96, según el informe. A partir de ahí puede formarse en el fondo una zona de contaminación de ese metal pesado, "que no sólo posee un alto nivel de radiactividad, sino también una destacable toxicidad química", según subraya el texto.
"Cabe esperar" agrega, "contaminación de especies comerciales hasta el doble de los niveles permitidos para el plutonio". Ello es especialmente grave porque la zona del accidente "es una de las más productivas del océano desde el punto de vista biológico y tiene una particular importancia económica". En ella, prosigue, tienen intereses Rusia, Noruega, Suecia, el Reino Unido e Islandia.
La actividad de los aproximadamente seis kilos de plutonio hundidos es de 430 curios. Hay que añadir los 42.000 curios del estroncio y los 55.000 curios del cesio que se encuentran en el núcleo del reactor como residuo de la fisión del uranio consumido.
Segundo accidente
Para evitar el desastre, la comisión apunta tres soluciones. La más segura sería extraer del mar el submarino. El problema es que su coste, elevadísimo, se cifra en 250 millones de dólares. Además, los daños sufridos por el casco con el accidente y el avance de la corrosión pueden hacer inviable la tarea. Las altemativas a ello son: extraer sólo la popa del submarino, donde se encuentran los torpedos; o verter en los tubos una sustancia que forme un sólido compacto e impermeable al reaccionar con sales marinas. Un segundo accidente recogido específicarnente en el informe es la explosión, el 10 de agosto de 1985, del reactor de un submarino atracado en la bahía de Chazhma, en la región de Vladivostok, frente al Japón. Una violación de las normas de seguridad provocó una reacción en cadena descontrolada. El reactor se incendió y partes de él, con elementos combustibles adheridos, saltaron por los aires.Diez militares murieron y 290 personas se vieron afectadas. De ellas, diez sufrieron una fuerte irradiación y otras 39, dosis algo menores
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