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Más de un millón de libros en castellano, a la venta en el corazón del Bronx

Un gallego emigrado a EE UU ha creado durante años un impresionante fondo editorial

Soledad Gallego-Díaz

Más de un millón de volúmenes en castellano se encuentran a la venta en pleno corazón del barrio neoyorquino del Bronx. Eliseo Torres, un gallego de Pontevedra de 72 años que emigró a Estados Unidos en 1936, los ha reunido durante décadas. Almacenados en un desvencijado edificio de cuatro pisos plantado en la avenida Garrison, en él Bronx, uno de los barrios más duros de la ciudad estadounidense, constituyen el mejor fondo editorial de literatura española de toda Norteamérica. Hoy nadie parece querer tantos libros. Ni siquiera los cuatro hijos de Torres desean continuar el negocio.

Para llegar a la avenida Garrison lo mejor es coger el metro y bajarse en uno de los puntos calientes de Nueva York: la estación de Hunts Point Avenue, en el centro de uno de los barrios más deteriorados y violentos de la ciudad: el Bronx. A pocos metros, cruzando bajo un scalextric de cemento y subiendo por una calle llena de basura y edificios que parecen a punto de demolición, se encuentra una casa de ladrillo amarillo sin ningún letrero o seña que la identifique como lo que es: el mejor fondo editorial en castellano que existe en EE UU.Detrás de una puerta metálica negra, que hay que aporrear con la mano abierta para que alguien abra, hay una pequeña oficina y cuatro pisos con largos corredores de estanterías metálicas abarrotados de libros. Colecciones enteras que probablemente resulta imposible encontrar ya en España, cientos de miles de libros editados en Latinoamérica y en España entre los años veinte y los ochenta esperan, llenos de polvo y en su mayoría sin catalogar, que alguien decida su futuro.

El padre de Eliseo Torres emigró a Estados Unidos en 1913 para abrir, junto con un amigo, un restaurante que nunca llegó a ser un buen negocio. Sí le dio lo bastante, sin embargo, como para visitar varias veces su pueblo natal, Samiera, y traerse en los años veinte a su mujer. El hijo quedó con los abuelos hasta que en 1936 -ya iniciada la guerra civil- fue reclamado por sus padres a Nueva York.

Interés por la literatura

Eliseo llegó a Manhattan con 15 años y se las apañó para acabar el equivalente al bachillerato e ingresar en la Universidad de Columbia para estudiar literatura española. Pero con sólo 18 años decidió dejar los libros (de estudio) y dedicarse a los libros (como negocio). "La guerra ya había terminado, pero seguía existiendo interés por la literatura española en las universidades y colegios", recuerda ahora, instalado en su pequeña oficina y parcialmente inválido como consecuencia de una embolia.

Primero instaló un pequeño negocio en el barrio de Manhattan. "Importar libros de España era prácticamente imposible, así que los traía a través de México y Argentina. Con los títulos que conseguía elaboraba catálogos que enviaba a las universidades. Entonces había ya más de mil en todo el país. Ahora son muchas más, pero, sin embargo, es mucho más difícil vender. La mejor época fue cuando se puso de moda el bilingüismo y muchos colegios necesitaban libros en español".

Eliseo Torres, rodeado de su millón de libros, asegura que nunca fue personalmente un gran lector. "Me interesaba especialmente la historia y la crítica literaria, pero cuando me decidí a editar yo mismo algunos libros, preferí dar los manuscritos a don Emilio González López, que era director del departamento de español del Hunter College, para que él me aconsejara".

De los ciento y pico libros que editó (no existe siquiera un catálogo de sus propias publicaciones), el que tuvo más éxito fue La conciencia intelectual de América, de Carlos Ripoll. "Era un hombre muy interesante. Cubano de ascendencia catalana. Fue profesor del King College, pero se jubiló poco después de los treinta años porque decía que su propio padre se había jubilado a los cuarenta y que él no iba a ser menos". El fondo editorial de Torres fue aumentando prodigiosamente. "Tenía tantos volúmenes que ya no cabían en Manhattan, así que compré este edificio en el Bronx y me vine aquí hace creo que unos veinte años".

Por si eran pocos sus propios libros, otra librería especializada en títulos en español, Las Américas, propiedad de un editor italiano, cerró. Los fondos de Las Américas pasaron por distintas manos, pero finalmente, hace 15 años, llegaron a las de Torres. "No sé exactamente cuántos ejemplares eran, pero creo que casi medio millón. Todavía hay muchos embalados en las mismas cajas en las que los trajeron".

"Supongo que lo mejor sería vender todo esto a quien lo quisiera, pero creo que va a ser muy difícil", comenta en tono tranquilo. "¿Angustiado? No, ¿por qué? Así es la vida. Tengo cuatro hijos, pero todos tienen sus propias profesiones y no les interesa este negocio". Eliseo Torres cree que sería más fácil vender solo el edificio, "pero seguro que quien lo comprara lo querría vacío... ¿y qué hago yo con los libros?".

Torres no cree tampoco que pueda vender su librería como un conjunto. "¿Quién la va a comprar? Nadie quiere tantos libros. Incluso he propuesto regalar algunos a universidades y bibliotecas y ni me han contestado. No tienen espacio para meterlos. El único que aceptó la donación fue la academia militar de West Point. Curioso, ¿no le parece? Les envié unos 6.000 libros". Llevarlos a España tampoco le parece una solución. "Sólo contando el gasto del transporte, ya supondría mucho dinero. ¿Quién podría pagarlo?".

Don Eliseo, ¿no tiene miedo de que todos estos libros acaben vendidos al peso? "No. Al fin y al cabo durante la guerra civil se quemaron muchos libros simplemente para que la gente pudiera calentarse en invierno. Es la vida".

Hispanistas y exiliados

La librería de Eliseo Torres, primero en Manhattan y luego en el Bronx, fue haciéndose conocida en los medios hispanistas norteamericanos y, por supuesto, entre los exiliados españoles. "Por mi librería pasaban Américo Castro, Pedro Salinas, Ángel del Río, Tomás Navarro Tomás, Emilio González López, Joaquín Casalduero, los mejores profesores de literatura y crítica literaria que vivían en Estados Unidos...", dice Eliseo Torres."¿Jesús Galíndez? Sí, también. Era un hombre muy elegante, con mucha personalidad. Le secuestró y mandó asesinar Trujillo. Me acuerdo bien. Le vi por última vez dos semanas antes de que desapareciera", explica Elíseo Torres.

"Todos ellos venían de vez en cuando a comprar libros, aunque la verdad es que los profesores casi nunca tienen dinero y compran poco", recuerda con una chispa de ironía en los ojos. Algunos en vez de comprar vendían. Américo Castro, por ejemplo, decidió, cuando se mudó de Princeton a La Jolla, en California, que le sobraban muchos ejemplares repetidos de sus propias obras. "Me llevó a su casa y se los compré. Algunos libros andarán todavía por aquí".

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