La verdad de las cosas
Uno de los secretos mejor guardados de la relación entre la pintura y la naturaleza, y en ello creo que reside principalmente su mágico encantamiento y su poder de fascinación, es el de la imprecisión de sus límites, el desconocimiento de sus posibilidades últimas en la consecución de una definitiva concreción del motivo, de un certero encuentro con la verdad de las cosas.En un mismo intento por descubrir ese secreto se ha obcecado a lo largo de la historia del arte, un importante número de pintores, entre los que se pueden encontrar Turner, Friedrich, Monet y Cézanne, entre otros, concibiendo la pintura como un sistema de conocimiento, de aproximación experimental o mística al verdadero semblante de la naturaleza. A este empeño de llevar hasta las últimas consecuencias el naturalismo se ha sumado, volcado vocacionalmente sería más exacto decirlo, Marta Cárdenas (San Sebastián, 1944).
Marta Cárdenas
Galería Dieciséis. Plaza del Buen Pastor, 16. San Sebastián.Del 10 de marzo al 7 de abril.
Siempre, antes de encontrarnos con la última obra de esta pintora donostiarra afincada en Madrid, nos preguntamos: ¿hasta dónde le puede llevar el proceso de experimentación sin fin en el que obsesivamente se empeña? ¿En qué punto se encontrará del gradual proceso de descomposición y síntesis que busca en su pintura? A la luz de las obras de los últimos dos años, reunidas en esta ocasión, se puede certificar un paso más en el intento de dar profundidad a la mirada, de traducir con sinceridad su experiencia privada de la naturaleza.
Imágenes fugaces
Desde su reencuentro con el paisaje en 1979, el método experimental de Marta Cárdenas se ha ido perfeccionando gracias a los pequeños descubrimientos y a los inspirados accidentes que la cotidiana práctica plenairista le ha ofrecido en su lucha constante con los elementos cambiantes que componen el fenómeno natural, ante los que la pintura se estrella en su intento de fijar las imágenes fugaces de un universo en constante movimiento. Consciente de ello, Marta Cárdenas no encuentra otra solución que la de perseverar sobre el motivo. Más que buscar la síntesis en un gesto decisivo, como estaba empeñada anteriormente, ahora elabora un repertorio de variantes sobre un mismo motivo en diferentes condiciones temporales y ambientales que permiten posteriormente hacer una síntesis aditiva. En este sentido, destacaría un conjunto de obras que contienen cuatro versiones de un motivo, dispuestas sobre un mismo soporte. En definitiva, una vuelta de tuerca más en un intento de prolongar la búsqueda de certidumbre en su mirada sobre las cosas.
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