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El nuevo mundo del viejo mundo

(...) La estabilidad de Alemania, y la del resto de Europa, depende del éxito de la transformación de la Europa poscomunista. Ello requerirá que Alemania, que es ya el mayor proveedor de capital extranjero de los países del Este, los integre en su órbita económica. Es poco real imaginar que la CE pueda aislarse de lo que acontece tras su frontera oriental. La división en dos Europas fue producto del poder soviético. No puede sobrevivir a su extinción. Attali, presidente del BERD, añade que al levantarse el telón de acero se ha puesto fin a todas las razones históricas por las cuales la CE debía confinarse a la zona occidental de Europa. Si tiene razón, la CE tendrá que ampliar su influencia en la zona o perderla gradualmente. Cuatro países -Polonia, Hungría, la República Checa y Eslovaquia- han solicitado la pertenencia a la CE para el año 2000. Antes de aceptar, la Comunidad necesita la respuesta a tres preguntas básicas. ¿Están estableciendo democracias reales? ¿Funcionará la reforma de sus mercados? ¿Acabarán en el caos por los numerosos conflictos nacionalistas de la región, de los cuales los problemas de la antigua Yugoslavia son sólo una parte? (...). Pese a la falta de arraigo parlamentario, la democracia está echando raíces; la reforma económica va hacia adelante, más deprisa de lo que nadie esperaba, y su pertenencia a la CE puede jugar un gran papel en resolver los conflictos nacionalistas de la región. 13 de marzo

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