_
_
_
_
EL FUTURO DE EUROPA

Ser o no ser europeo

Los daneses son presa de una duda hamletiana respecto de su pertenencia a la Comunidad

A la Comunidad Europea (CE) le ha salido un grano muy incómodo. Es el grano danés, tan inesperado que los propios habitantes del reino nórdico se han sorprendido por sus efectos sobre el cuerpo comunitario. Más que al danés de a pie, la situación preocupa a políticos, empresarios, sindicalistas y agricultores, quienes trabajan ahora sin descanso. Primero, en encontrar alternativas al peor de los remedios: un alejamiento de la CE. Segundo, en preparar ya al electorado para otro referéndum sobre Maastricht.

Más información
Trabajadores por el 'no'
Los suizos optan por el aislacionismo y rechazan integrarse en el Espacio Económico Europeo
Los Doce intentan a partir de hoy cambiar el incierto rumbo de la CE

El debate todavía está en ciernes, a la espera de ver qué pasa en la cumbre comunitaria de Edimburgo del próximo fin de semana. Pero sobre las perspectivas, un conocido humorista danés resume bien lo que piensan sus conciudadanos: las predicciones son difíciles de hacer cuando se trata del futuro. Y es que la enfermedad crónica de los daneses es la indecisión.La culpa de todo la tiene la confusión que los políticos introdujeron en las dubitativas mentes de los daneses. Cuando el Tratado de Maastricht les fue presentado como un hecho consumado, se sintieron burlados. Esto le es restregado por las narices al primer ministro, el conservador Poul Schlüter siempre que se presenta la ocasión. El líder danés tiene fama de pragmático y enemigo de la ideología pura y dura, lo que le llevó a decir, ya en 1986, año del referéndum danés sobre el Acta única europea (1,6 millones de votos a favor y 1,2 en contra) que la unión europea era "un cadáver".

Schlüter no ha sido el único que ha confundido a sus compatriotas. Desde el consenso de 1972, cuando se votó masivamente en un referéndum para entrar en la CE (1,9 millones de síes y 1,1 de noes), los políticos no se han cansado de repetir a sus votantes que la CE es una organización puramente económica. Cuando el referéndum del 2 de junio, les dijeron que por arte de magia se había convertido también en un ente Político. "Los daneses", explica un votante, "no somos unos irresponsables ni unos insolidarios. El no fue consecuencia de un error de cálculo de los políticos. Nos hemos sentido engañados".Voto de desconfianzaEn realidad, el no fue sobre todo un voto de desconfianza en el establishment, entendiendo por tal no sólo la clase política, sino también a burócratas, empresarios, financieros, sindicalistas, prensa y televisión, todos a favor de Maastricht. De manera más general, el caso danés se debe a una combinación de dudas y temores, a veces irracionales, pero que tienen su raíz en la historia colectiva de este pueblo, mezclado todo ello con el carácter anarcopacifista de los daneses.

Maastricht no fue explicado a la gente o se hizo como con temores. Incluso los más avezados confiesan que es un texto imposible de leer, porque nació de un acuerdo entre "políticos, ideólogos y funcionarios". El profesor de Física de la Universidad Tecnológica de Copenhague, Niels I. Meyer, líder y fundador del Movimiento de Junio, organización anti-Maastricht surgida tras el referéndum, dice que en la campaña "el Gobierno distribuyó gratis entre la población 500.000 ejemplares del tratado, y éste se convirtió rápidamente en un best seller". Lo que asustó a los daneses fue no entender nada, añade: empezaron a cuestionar la unión política, la defensa común, la ciudadanía europea, la moneda única, la desaparición de las fronteras.

El federalismo que propugna Maastricht es un tema tabú para los daneses. "La palabra unión produjo en los votantes un efecto terrible", dice Erhard Jakobsen, un veterano parlamentario, con 60 años en la vida política nacional y 20 en la europea, quien afirma que sus compatriotas están visceralmente en contra de entrar a formar, parte de, unos Estados Unidos de Europa. "Somos un país pequeño y no queremos que otros tomen decisiones que nos afectan a nosotros", confiesa Erik Jorgen. Hansen, director de la unidad de investigación del Instituto Danés de Prospectiva Social., "Nos gusta vivir independientes y libres de influencia extranjera". En la base de este sentimiento está el miedo a perder su identidad histórica, cultural y língüística. Y el miedo a Alemania.

Es un miedo con lógicos antecedentes históricos, que se ha visto reforzado por la perspectiva de una desaparición de las fronteras. Las costas del país están llenas de alemanes en verano, y los daneses no quieren que acaben convirtiéndose en los dueños de ellas. Puede que sea algo irracional" como también lo es el temor a que el país se llene de extranjeros para aprovecharse de su excelente sistema social. "Este país ha alcanzado un alto nivel de justicia social, y no quiere compartirlo con 'Europa", comenta Herbert Pundik, director del diario Politiken, Cuando el referéndum, hubo mucha gente que votó pensando que, con Maastricht, los visados para entrar en Dinamarca los daría Bruselas.Déficit democrático

Lo que no aceptan tampoco los daneses es el déficit democrático en la mecánica comunitaria. Las decisiones políticas se toman en Bruselas a puerta cerrada, y "ni siquiera es posible saber lo que tu propio representante político ha votado en el Consejo de Ministros", añade el profesor Meyer. La desconfianza de Los daneses es total hacia la centralización política y económica en Bruselas, y sienten estupefacción ante la, pérdida de poder del Parlamento danés, que oculta al pueblo que está soltando soberanía a favor de Bruselas, según una fuente próxima al Parlamento Europeo.

Y si a todo ello se suma la alergia de los daneses a intervenir militarmente en el exterior, no es de extrañar tampoco su rotundo rechazo a un sistema de defensa europeo. Muchos pensaron que con ello sus hijos iban a formar parte de un ejército internacional. También temieron que la moneda única europea significaba que la corona danesa iba a desaparecer, y que sus compras en la tienda de la esquina iban a tener que hacerlas con una extraña cosa llamada ecu.Hoy, sin embargo, todo el mundo en Dinamarca, un país de 5,5 millones de habitantes, uno de los más ricos de la CE, quiere que la crisis se resuelva antes de fin de año, porque a partir del 1 de enero el país ostentará la presidencia semestral de la CE. Y, como asegura el ministro de Exteriores, Uffe Ellemann-Jensen, la presidencia danesa no quiere negociar con los daneses, porque son duros de pelar.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_