El fracaso de una lucha
Los directivos del programa de la OMS contra el sida reconocen, en un informe interno, el fracaso a medias del programa contra el síndrome de inmunodeficiencia adquirida cuando se cumplen dos años de la dimisión del popular director del programa Jonathan Mann.
Según los términos elegidos en el informe, "la organización adapta su estrategia a la evolución de las prioridades"; en otros términos, la OMS decide revisar su estrategia.
Los recursos financieros dedicados a la lucha contra el sida han pasado de 95,1 millones de dólares en 1990 a unos 88 millones en 1991. Recursos que son calificados como insuficientes por Dorothy Blake, especialmente si se tiene en cuenta la rapidez con la que la paridemía se propaga en el mundo, progresión que se cifra en 5.000 casos diarios.
Hay que tener en cuenta que la población sexualmente activa en los países en desarrollo es considerablemente mayor que en Occidente. Solamente en la India, el Gobierno ha indicado que al menos existe un millón de personas afectadas.
En cuanto a la utilización, de los fondos destinados en la lucha contra el sida, el informe financiero de la OMS constata que los planes naciónales de lucha contra el sida no invertían realmente en los aspectos más importantes para prevenir la pandemia. Sin que ello cuestione la política de descentralización de la OMS que favorece a las poblaciones que viven al margen de las grandes urbes, sobre todo los países en desarrollo.
La OMS mantiene que las estadísticas y cifras adelantadas por algunos países miembros, en algunos casos, no son demasiado fiables y tienen tendencia incluso a minimizar la amplitud de los casos.
En cuanto al papel de las organizaciones no gubernamentales (ONG), la OMS se muestra satisfecha de que los programas nacionales les dediquen más del 15% de sus presupuestos, e incluso se pronuncia porque sea superior, dado su gran papel en la prevención y contacto directo con los afectados.
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