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"Ahora soy un hombre de negocios"

Paul McCartney lamenta no asistir al estreno de su 'Liverpool Oratorio' en Barcelona

En la noche de ayer, el olímpico Palau de Sant Jordi barcelonés fue el escenario de la presentación en España del Liverpool Oratorio, la primera composición en el ámbito de la música clásica de Paul McCartney. "Ahora soy un hombre de negocios y ya no me engañarán como en la época de los Beatles", explicó McCartney durante una conversación telefónica mantenida pocas horas antes del concierto. También lamentó no estar presente en Barcelona y se consideró un músico sin etiquetas, "ni pop ni clásico".

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Más una reunión social que un oratorio

Sin dar opción a una primera pregunta, Paul McCartney quiso, antes que cualquier otra cosa, disculpar su ausencia del concierto celebrado anoche, al que asistieron 10.000 personas. Entre ellas, la infanta Cristina; el ministro de Economía y Hacienda, Carlos Solchaga, y el alcalde de Barcelona, Pascual Maragall. "Me hubiera gustado asistir a todas las representaciones del Oratorio", dice McCartney, "pero estoy grabando mi nuevo disco y no puedo abandonarlo; hay que trabajar. Además, yo no intervengo en la interpretación. Estoy contento de que el Oratorio se haya presentado ahora en Barcelona porque es una época muy intereseante para la ciudad: por un lado, los Juegos Olímpicos y, por el otro, la Copa de Europa para el Barcelona. ¡Qué partido tan increíble y qué gol! El gol del año. Pensé que se llegaría a los penaltis pero el gol fue fantástico".

Recuerdos

La voz de McCartney a través del teléfono, desde su estudio de grabación al sur de Inglaterra, toma un aire realmente caluroso al hablar de fútbol, casi tanto como al hablar de su Oratorio. "Me pidieron la obra para festejar los 150 años de la Orquesta de Liverpool y para mí fue entrañable escribirlo porque ahí me crié y ahí están todos mis recuerdos. Inmediatamente me remonté hasta la época de mi nacimiento durante la guerra y de ahí partió todo el Oratorio".

La obra describe la infancia de McCartney en el entorno de su ciudad. "Podía haber elegido cualquier otro tema pero ese estaba muy cerca de mi corazón. Ya con Los Beatles habíamos utilizado recuerdos de Liverpool, por ejemplo en Strawberry fields forever o en Penny Lane, que es una parada de autobuses. Nunca fuimos más allá de los recuerdos de quinceañeros. Poner todo eso en un contexto clásico era un reto". Para ello, McCartney contó con la ayuda del músico neoyorkino Carl Davis, que también ha dirigido hasta ahora las cuatro representaciones de la obra. "Inicialmente yo iba a escribir todo el Oratorio y él sólo a orquestarlo, pero vi que sus ideas eran muy buenas y acabamos escribiéndolo juntos. Aproximadamente un 70% es mío y un 30% suyo. Ahora estamos trabajando a medias en una serie de pequeñas composiciones para piano solo. Es fascinante pasar de una obra para más de 350 personas a una que casi representa a un niño aprendiendo a tocar el piano. Y el próximo año, después de mi gira mundial, espero tener tiempo para escribir otra composición clásica de envergadura. Me divierto con mi música. Es fantástico porque siempre ha sido así y puedo pasar de una cosa a otra sin problemas. Tengo un gusto musical muy amplio tanto al escribir como al oír. No soy un snob si la música es buena".

A pesar de el éxito de esta obra, Paul McCartney no quiere aceptar la etiqueta de compositor clásico. "De momento estoy trabajando con mi banda, y lo que estamos grabando es definitivamente pop, rock and roll. Me gustaría que la gente pensase en mí como un músico, un compositor ni pop ni clásico, sin etiquetas".

"El Oratorio", continúa, "me sirvió para ver lo positivo que era tener una buena base, buenos cimientos para el trabajo. Ahora, gracias a esa experiencia, creo que estoy construyendo mejor mis temas, aunque si miramos las canciones de Los Beatles veremos que ya tenían una buena estructura".

Carl Davis está colaborando también en este nuevo disco, que aún no tiene título y aparecerá a principios del año próximo precediendo a su nueva gira internacional. "Con Los Beatles ya había incluido algunos toques que podríamos llamar clásicos", recuerda McCartney que, en contra de lo mucho que se ha comentado al respecto, habla del cuarteto con verdadero cariño. "Cuando escuchaba aquel ruido nunca pensé que en un futuro yo podría escribir música clásica, así que cuando tuve la oportunidad de escribir el Oratorio fue realmente excitante". Al hablar de las canciones antiguas, el tema de los derechos que recientemente adquirió Michael Jackson sale casi por casualidad. "Cuando una cosa es negocio se escapa de las manos. Al comenzar con Los Beatles éramos unos críos y otros se encargaban de nuestros negocios. No sabíamos lo que sabemos ahora, si no no hubiéramos firmado aquellos contratos esclavistas para toda la vida. Ahora soy un hombre de negocios y ya sé lo que debería hacer. Pero en aquella época no teníamos ni idea y sólo queríamos pasárnoslo bien. Cuando me enteré de la venta de los derechos, Michael Jackson ya los había comprado. Había que aceptarlo".

A pesar de esta aparente aceptación, se lee en el tono de las palabras de McCartney una cierta amargura. "Me gustaría que Michael no los utilizara con fines publicitarios. Los Beatles tuvimos muchas oportunidades de hacer publicidad con las canciones y siempre dijimos que no. Una canción en un anuncio se abarata. Ya se lo hemos explicado a Michael, pero los hombres de negocios que tiene a su alrededor dicen que habría que sacarles partido comercial. Yo no puedo hacer nada".

El sonido solidario

El estreno barcelonés del Liverpool Oratorio fue presentado por la Fundación Catalana Síndrome de Down. McCartney ignoraba el hecho pero pareció agradablemente sorprendido al enterarse. "Es fantástico", exclamó el ex Beatle. "Hay tanto sufrimiento en el mundo que estas acciones se agradecen".

En los últimos tiempos, y tal vez por la excesiva profusión de conciertos benéficos, ha habido muchas críticas. "La gente te dice que son absurdos porque se están haciendo conciertos por cualquier problema. Pero mientras las cosas estén así, estas acciones son necesarias. Y no creo que los artistas busquen su propio beneficio.

Excepto algunos casos de grupos que no atraerían grandes masas, los demás podrían estar haciendo lo mismo por dinero. Ahora estoy implicado en una campaña para evitar que cierren el hospital local.

Si los gobiernos del mundo se preocuparan del futuro del planeta y salvaran los bosques, seguro que no encontrarías a ningún artista en un concierto benéfico. Si los músicos están, es porque es necesario".

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