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INFORME DE DESARROLLO HUMANO 1992, DE NACIONES UNIDAS

Solana afirma que los datos de la ONU están anticuados

Desde que hace tres años empezaron a publicarse los informes sobre el desarrollo humano mundial de Naciones Unidas sus resultados vienen levantando fuertes controversias en todos los países reflejados. En el transcurso de una reunión informativa sobre la reforma educativa, el ministro de Educación, Javier Solana, dijo ayer que no conocía el último informe de la ONU, pero que le sorprendían tales datos. Solana explicó que de los relativos al Informe de 1991, se desprendía que, en cuanto a tasas de escolarización, sólo Francia, Estados Unidos y Canadá se encontraban por encima de España. [Sin duda el ministro se refería al periodo de escolaridad obligatoria y no a la escolarización media de la población que es lo que miden los informes].

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La Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) -dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores, bajo cuyos auspicios se presenta este año el informe de Naciones Unidas- se muestra crítica con las conclusiones del informe.

Fuentes de este organismo señalan que lo interesante del estudio es abrir el debate sobre aspectos como la interrelación entre los niveles de desarrollo y el gasto militar o la protección del medio ambiente, así como las desigualdades entre las regiones del planeta y las tendencias de hacia dónde camina el mundo.

"Eso es lo interesante", señala un representante de la agencia. "Mucho más que el dato absoluto o el ranking final, sobre los que prácticamente todos los países se muestran críticos y disconformes, salvo, naturalmente, los que quedan en la cabeza de la clasificación. No hay metodología infalible, y las variables manejadas no son completamente homogéneas, sino que dependen mucho de los criterios de cada país. En niveles de alfabetización, por ejemplo, algunos países distinguen entre el mero hecho de saber escribir y el de saber redactar.

Fuertes reticencias

Desde la AECI se reconoce, además, que el Ministerio de Asuntos Exteriores en absoluto hace suyas estas evaluaciones, y que incluso ha mostrado fuertes reticencias a que su nombre apareciera asociado con el texto * Cuando se trata de medir los niveles de bienestar o calidad de vida, los sociólogos y expertos en estadísticas son muy críticos al reflejar los resultados en clasificaciones muy pormenorizadas. Los reparos son dos: ¿qué baremos son los que mejor indican el bienestar de una sociedad? y ¿cómo evaluarlos, sopesarlos y mezclarlos? La mayoría se inclina por establecer que las mínimas variables económicas y sociales que hay que tener en cuenta para calibrar la calidad de vida son: la renta familiar disponible por persona y las desigualdades en su distribución, la cobertura sanitaria y educativa, el acceso a la cultura y su distribución, así como las condiciones del trabajo, determinadas a través de los salarios y la seguridad en el puesto laboral.

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