EE UU no tiene depósitos para los residuos radiactivos de 3.000 bombas atómicas
Es posible que el presidente de Estados Unidos, George Bush, haya hecho una contribución decisiva a la paz mundial con su anuncio de la reducción de armas nucleares, pero también ha trasladado un gran peso a la industria atómica. Próximamente serán retiradas más de 3.000 cabezas nucleares, con unas 25 toneladas de uranio enriquecido y 10 toneladas de plutonio, elementos radiactivos convertidos en residuos altamente peligrosos para los que, por el momento, no existen depósitos para almacenar.
Pantex, la instalación de montaje de bombas atómicas del Departamento de Energía, situada cerca de Amarillo (Tejas), debe dedicarse ahora a desmantelar las armas en vez de cumplir sus planes de fabricar 3.500 unidades más en los próximos años. En el aspecto técnico, el proceso de desmantelamiento de bombas atómicas no es muy complicado, y de hecho se han retirado ya unas 40.000 de las 60.000 armas fabricadas desde 1945, en su mayor parte por haber quedado anticuadas. Tras la desactivación de sus espoletas electrónicas, las cabezas atómicas se meten otra vez en sus embalajes originales y se devuelven a territorio estadounidense si proceden del extranjero. Bajo una gran vigilancia, se mandan a Pantex por camión o tren, a lo largo de rutas que se cambian constantemente y se mantienen secretas.
La parte más delicada del desmantelamiento, que se realiza en bunkers subterráneos, no es el manejo del uranio y del plutonio (este último, altamente tóxico), que tienen un escudo metálico, sino el manejo de los explosivos convencionales necesarios para producir una reacción nuclear en cadena. Cuando la industria bélica nuclear estaba en auge, el material radiactivo obtenido se podía reciclar, pero ahora el único ingrediente que tiene salida fácil es el tritio, un gas radiactivo utilizado en algunas cabezas nucleares que decae rápidamente y debe ser repuesto.
Pero aparte de algo de uranio que se reciclará para su utilización en los submarinos nucleares, la mayor parte del combustible tendrá que ser almacenado como residuos radiactivos. Sin embargo, en Estados Unidos no existe un plan a largo plazo para disponer de este material de efectos letales. La mayor parte se almacenará en depósitos situados en las fábricas de armas, pero existe el peligro de pérdida, robo y daños medioambientales si no se maneja adecuadamente.
Un problema mucho más grave, desde el punto de vista del medio ambiente, es el que plantean las decenas de miles de toneladas de residuos radiactivos procedentes de 46 años de producción de armas nucleares -que incluyen desde guantes a cojinetes contaminados-. Este material permanecerá radiactivo durante miles de años. En EE UU sólo hay una instalación para almacenar estos residuos, la planta piloto subterránea de Carlsbad, Nuevo México, situada en una mina de sal. Su apertura se ha demorado por motivos políticos y de seguridad. La pasada semana, el Departamento de Energía trató de empezar el almacenamiento de residuos, pero el Estado de Nuevo México planteó una demanda. Entre tanto, un millón de barriles de residuos peligrosos permanece en depósitos temporales como desde hace décadas.
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