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'Biosfera II', un negocio con los pies en la tierra

El turismo y las patentes amortizarán el experimento privado más caro del mundo

Las primeras palabras de Margaret Agustine, presidenta de Space Biosphere Ventures, en la conferencia de prensa que clausuró la Biosfera II fueron: "Esto es un negocio". El experimento privado más caro del mundo le ha costado ya al millonario Edward Bass 15.000 millones de pesetas. El pasado día 26 cuatro hombres y cuatro mujeres se encerraron en una estructura de cristal y acero en el desierto de Arizona que contiene un miniocéano, una selva tropical, una sabana y un desierto, así como 3.800 especies de plantas y animales, para intentar recrear la Biosfera I, o lo que es lo mismo, La Tierra.

La audacia de esta aventura queda patente al compararla con el único ecosistema autosuficiente que ha sobrevivido por décadas: se trata de una pecera de cristal con gambas, algas y microorganismos desarrollada en la universidad de Hawai. Durante los seis años de desarrollo y construcción de la Biosfera II, el proyecto ha sido criticado como un parque de atracciones pseudocientífico manejado por un grupo de negociantes y entretenedores. Y la verdad es que uno siente que está en Disneylandia o en una película de ciencia ficción cuando se acerca al complejo.Sin embargo, su benefactor, Edward Bass, tiene la respuesta perfecta a este ataque: "Leonardo da Vinci hablaba de máquinas volantes. Siglos más tarde los hermanos Wright construyeron una. La Biosfera II puede convertirse en el Kitty Howk [lugar del primer vuelo] de los sistemas biosféricos, autosuficientes. Aunque claro, puede convertirse, en uno de esos aviones de 16 alas que se despedazan, los cuales vemos en películas y nos reímos".

Pero a pesar de las críticas, de los dos años de retraso, y de los 10.000 millones de más del presupuesto, la Biosfera II es una maravilla de ingenería para quienes la han visto de cerca.

Nacido en Fort Worth, Edward es el segundo de los cuatro hijos de la familia Bass, conocida por su inmensa fortuna en petróleo. Edward Bass, que sigue soltero, asistió a la Universidad de Yale, de donde se graduó en 1968 en Ciencias de Administración. Tras una breve aventura en el cuerpo de guardacostas, regresó a Yale para obtener un master de arquitectura que nunca terminó. Lo que le llamó la atención a principios de los setenta fueron los movimientos alternativos de Nuevo México. Allí conoció a John Allen, fundador del grupo Synergia Ranch, dedicado a experimentación en jardinería, teatro y budismo.

Bass se hizo un asiduo del Synergia Ranch, participando en sus sesiones de teatro. Impresionado por la filosofía de Allen, empezó a financiar los proyectos de éste. Entre otros, se encuentran el Instituto de Ecotécnica en Londres, el hotel ecológico Vajra en Katmandú, la granja experimental Les Marronnier en Francia, una selva en Puerto Rico para la reforestación comercial y un rancho de cría ecológica de ganado en Australia.

Innovaciones

Parte de la controversia que emana de la Biosfera II es la visión de John Allen de usar las biosferas como refugios de una pequeña élite en caso de guerra nuclear u otras catástrofes mayores. En última instancia, no se debe esperar de la Biosfera II más de lo que es: un negocio ecológico manejado por verdes. Aparte de la exploración espacial y colonización de Marte, el visionario John Allen tiene los pies en la tierra. Según declaró al, diario Los Angeles Times, "la compañía [Space Biosphere Ventures (SBV)] ya ha desarrollado un abanico de innovaciones tecnológicas, como sistemas de purificación de agua y tierra, que espera patentar. SBV ya ha solicitado 50 patentes para dichos sistemas".La Biosfera II también se ha convertido en una atracción turística. Aproximadamente medio millón de personas la han visitado hasta el día del cierre, a 1.000 pesetas por persona, produciendo unos 500 millones de pesetas. Con las previsiones ascendiendo a un millón de visitantes por año, SBV ha abierto un restaurante y hostal adyacente a la Biosfera II.

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