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Kohl admite que la desunión reina en la nueva Alemania

El primer aniversario de la unidad alemana no va a ser una fiesta. El país está convulso y malhumorado. La ola de racismo y xenofobia, que no da signos de remitir, amenaza con empañar las celebraciones que tendrán lugar hoy en Hamburgo, el land que ejerce ahora la presidencia del Bundesrat, la cámara territorial. El canciller Helmut Kohl reconoció ayer implícitamente que ambas sociedades siguen separadas y regañó a los alemanes occidentales, acusándoles de "arrogantes".

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Los sistemáticos ataques de grupos neonazis contra los albergues donde se alojan los extranjeros que han pedido asilo político en Alemania llegaron ayer a la misma puerta de la cancillería. En Bonn -siempre pacífica y rebosante de policía-, a primeras horas de la madrugada, uno de estos grupos, usando ropas empapadas de gasolina, prendió fuego a una de estas residencias donde viven rusos y rumanos. También ayer, en Bad Salzufen, cerca de Hannover, hubo otro incidente parecido.La repetición sistemática de estos incidentes desde hace ya más de dos semanas, en las que no ha habido ni un solo día en que no se produjeran, y su extensión a la totalidad del país hacen temer que hoy, Día de la Unidad Alemana, convertido desde el año pasado en la tiesta nacional, sea celebrado a su especial manera por estos grupos, jaleados, como ha sucedido ya en varias ocasiones, por la población local. La aparente impotencia de la policía añade aún más elementos de preocupación.

La ceremonia oficial, sin embargo, parece deliberadamente baja de tono. La elección de la rica y elegante Hamburgo, la ausencia de discursos del canciller Kohl o del presidente Richard von Weizsacker, así parecen indicarlo. La jornada comenzará con una misa ecuménica en la iglesia de Sant Petri, después tendrá lugar el acto político propiamente dicho, con una reunión de las dos cámaras en el edificio de la Bolsa y discursos de la presidenta del Bundestag, la democristiana Rita Süssmuth, y del Bundesrat, el socialdemócrata y alcalde de la ciudad hanseática Henning Voscherau. Por la tarde se celebrará una fiesta popular.

"Hay demasiada gente en el Oeste llena de arrogancia y que ha olvidado que no hace mucho tiempo también fue golpeada duramente", dijo ayer Kohl, refiriéndose a la actitud de muchos alemanes occidentales con respecto a sus compatriotas del Este, en una entrevista concedida a la emisora Deutsche Welle. El canciller se sumaba así a la evidencia, cada vez mayor, de que las dos sociedades siguen separadas por un muro mental. Kohl, sin embargo, insistió en que la ex RDA será un paraíso antes de cinco años, y se mostró completamente optimista ante el futuro, pero tuvo, pese a todo, un detalle de humildad, al reconocer.que se equivocó al infravalorar la dimensión humana de la unificación. "Tengo mis reservas sobre la disposición de los alemanes occidentales, y también de los orientales, pata buscar la unidad humana".

Tan sólo los comunistas renovados (PDS) han anunciado su boicoteo a la celebración de lo que consideran la "anexión" de su país. "Protestamos contra el desempleo y la desintegración social, contra el desmantelamiento cultural de la ex RDA, contra el odio a los extranjeros, el neofascismo y la falsificación de la historia", decía una nota publicada en Neues Deutschland.

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