Un constante bombeo de marcos
El Gobierno de Bonn ha invertido durante estos últimos 12 meses 150.000 millones de marcos (unos 10 billones de pesetas) en el territorio de la antigua Alemania comunista. Una cifra que sólo representa una parte del dinero realmente gastado al este del Elba. Un año de bombear dinero público en el aparente pozo sin fondo de la ex RDA ha dejado exhaustas las arcas del Estado y empujado al Gobierno del canciller Helmut Kohl a endeudar al país en cerca del 5% de su PIB, una cifra que dejaría a Alemania fuera de la primera división europea, aplicando las condiciones ex¡gidas en el borrador inicial de la presidencia holandesa de la CE sobre la unión económica y monetaria.En febrero, poco después de ganar arrolladoramente las elecciones, y olvidando sus promesas de la campaña, Kohl decretó una subida lineal de los impuestos en un 7,5%, así como sobrecargas de hasta un 15% en los precios de los carburantes, el teléfono, la seguridad social, el tabaco y los seguros. La steuerlüge, la mentira de los impuestos, le costó políticamente muy cara a Kohl -incluidos un par de huevos en su oronda figura-, y la subida se notó inmediatamente en la salud económica del país.
La inflación interanual alcanzó el 4,4% en junio, mientras que el marco resbalaba peligrosamente. Los sindicatos pedían subidas de hasta un 10% en los convenios. En agosto, el Bundesbank, el banco central alemán, se vio obligado a subir los tipos de descuento.
Lo peor ya pasó
Pero lo peor ya parece haber pasado. La mayoría de los expertos y, por supuesto, los políticos del Gobierno anuncian ya que el año próximo será el del despegue económico. Los indicadores de la economía de la ex RDA han empezado ya a subir tímidamente. El paro se ha estabilizado. Oficialmente, en un 8,6%, cerca de un millón de personas. Pero otro millón y medio de puestos de trabajo son ficticios, creados con dinero público. La buena noticia es, sin embargo, que ya entre marzo y junio 300.000 trabajadores encontraron un nuevo empleo. Eso sí, en Occidente.Dos sectores llevan la cabeza de la resurrección económica al este del Elba: la construcción y la alimentación. La primera se beneficia en gran medida de los fondos públicos, pero el caso de la segunda es mucho más prometedor, especialmente porque incluye numerosos ejemplos de industrias locales que han sabido recuperar el mercado perdido cuando el papanatismo inicial dirigió a los consumidores exclusivamente hacia los productos occidentales. Por regiones, la palma se la lleva Sajonia, la que fuera la zona más rica de Alemania antes de la guerra.
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