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LA REVOLUCIÓN DE AGOSTO

Occidente rinde homenaje a Gorbachov

Soledad Gallego-Díaz

ENVIADA ESPECIALLos ministros de Asuntos Exteriores de Europa, EE UU y Canadá tributaron ayer, puestos en pie, una emocionante ovación a Mijaíl Gorbachov. El teórico presidente de algo que ya no existe, la Unión Soviética, tuvo así a nivel internacional la cálida acogida que no consiguió en su propio país cuando regresó a Moscú tras el fallido golpe del 19-A. Europa y Norteamérica, por el contrario, quisieron demostrar públicamente su ferviente agradecimiento al hombre que, pase lo que pase en el futuro, puso en marcha el proceso imparable de transformación del mundo. Un estadista que ayer no se mordió la lengua al advertir que los extremismos nacionalistas pueden hundir a Europa.

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El líder soviético, que continúa firmemente convencido de la necesidad de que las diferentes repúblicas permanezcan de algún modo juntas, tuvo, sin embargo, que empezar su discurso ante la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europea (CSCE), que inauguró su III sesión sobre Derechos Humanos en la capital rusa, con una de las extrañas fórmulas que proliferan hoy en boca de políticos y comentaristas: "En nombre de mis conciudadanos, en nombre de nuestras repúblicas que se están uniendo...". Ni una sola mención a la URSS.Gorbachov aprovechó el foro internacional para defender su posición. Si el golpe fracasó, vino a decir, fue porque la perestroika que él impulsó, "por mucho que se la critique", había producido ya una ruptura en la sociedad civil. "No puedo decir que no haya cometido errores", explicó.

"Creo que debimos actuar más rápido para deshacer las estructuras en las que se refugiaban los golpistas, pero también creo que si el golpe se hubiese producido hace año y medio, el resultado habría sido otro".

De pie frente a los representantes de 37 países (el secretario de Estado norteamericano, James Baker, no pudo asistir a la sesión inaugural) y frente a los embajadores de sus propias repúblicas incluidos en la delegación soviética, Mijaíl Gorbachov mantuvo que la permanencia de una Unión era posible. "Lograremos un acuerdo sobre la Unión y una alianza económica sobre la base de la igualdad, la aceptabilidad y la voluntariedad".

Inquietud europea

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Sus explicaciones no fueron, sin embargo, tan concretas como para disipar la inquietud que sienten todos los ministros europeos presentes en la conferencia sobre el número de nuevos países que pueden terminar apareciendo: consiste en un tratado que garantiza unas únicas Fuerzas Armadas y un espacio económico común, pero también que cada uno pueda entrar y salir cuando quiera y fijar sus propias condiciones de participación.

No a las persecuciones

Una vez más, al referirse a los derechos humanos, el dirigente soviético subrayó -y parecía dirigirse a sus propios conciudadanos- que se pueden exigir responsabilidades y castigo para los autores de un ataque a la democracia, pero no desatar una persecución de personas o de organizaciones. De alguna forma, dijo, eso sería volver a los tiempos de Stalin.

Gorbachov advirtió a toda Europa que los conflictos armados interétnicos o entre nacionalidades "pueden hundir" el actual y esperanzador proceso europeo: "Sí no se respeta el derecho de las minorías presenciaremos emigraciones masivas y derramamiento de sangre." El presidente aludía no sólo a la situación en Yugoslavia (presente en el foro) sino también a la actitud intransigente de quienes no quieren reconocer los derechos de los armenios en Azerbaiyán o de los rusos en Letonia.

"Necesitaremos elaborar conjuntamente un enfoque que no le haga el juego a las fuerzas del separatismo y del extremismo nacionalista. Sólo así no perjudicaremos la creación de una nueva Europa, que está surgiendo y que sustituye a la antigua de la guerra fría y de los bloques", aseguró.

La CE, preocupada

La misma preocupación por los problemas que plantea el creciente nacionalismo en ciertas áreas de Europa demostró el ministro holandés de Asuntos Exteriores, que contestó el saludo de Gorbachov en nombre de la Comunidad Europea (CE): "Recientes y trágicos acontecimientos ilustran que los conflictos étnicos y el modo en el que son tratadas las minorías en alguno de los Estados participantes en esta Conferencia continúan siendo motivo de inquietud y de amenaza para la paz en Europa", dijo Hans van der Broek.

El portavoz de la Europa comunitaria recordó que pertenecer a la CSCE concede ciertos derechos, pero también exige una serie de obligaciones concretas: "Podemos y debemos plantear condiciones antes de aceptar a un nuevo Estado. Si se crean nuevos países, nuestras relaciones con ellos dependerán de su respeto a la democracia y a los derechos humanos, incluyendo específicamente los de las minorías".

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